En su hoja de promo dicen tener igual predilección por The Who, Queens of the Stone Age o Death In Vegas, entre otros. Es una amplitud de miras loable, aunque los franceses se enfocan en este segundo disco más hacia el pop-rock garajero, con teclados, descaro mod. Y si, la banda se orienta en gran parte del disco al baile, pero no sólo no utiliza bases electrónicas, sino que gusta de darle a su música un aire analógico muy atractivo.
Abren con «A Trip to Vienna», delicado ambiente de guitarra que pronto toma brío y nos dirige hacie terrenos más bailongos, siempre dentro del indie-rock, con esos teclados retro tan de moda ahora en el ‘garage revival’ . Y es que esos teclados son parte importante en la frescura y diversión del sonido de la banda que también bebe del post-punk, marcado por fuertes ritmos de bajo, como bien demuestra «Lost Organ».
Momentos más rockeros como «Fiction in the facts», la rabia punk de «Moloko Sound Club» (inspirada por su paso por España) o el pulso sesentero actualizado «Hot Shot». Y por supuesto no podemos dejar de hablar de un sentido del humor e ironía que les emparentan con Franz Ferdinand. Así se ríen de los nuevos ídolos del rock cantando «I Want my Kate Moss» en «Bad Taste And Gold On The Doors».
La despedida toma un cariz más oscuro primero leve con «Broken Matador» y finalmente con el ambiente pesaroso y solitario de «Harmonium». Un final que demuestra que si Hushpuppies no son excesivamente poliédricos, si que lo son tanto o más como muchos de sus contemporáneos de la liga británica, además de tener más claro lo que es el rock.