Con alegría vemos como el cacareado regreso del grunge de hace un par de temporadas no se ha quedado en moda pasajera y que, aparte de poder sacar nuestras camisas de cuadros, en estos últimos años hemos visto emerger a varias bandas de indie ruidoso tan diversas como Japandroids, The Men o Metz, entre otras, cada cual emulando a sus propios referentes de los últimos 80 y primeros 90.
California X son otra vuelta de tuerca en el relevo generacional para los amantes de un rock enguarrado y melódico. El que viene de la forma de entender el punk de Hüsker Dü o Superchunk y ese punto de psicodelia a lo Dinosaur Jr que sale a relucir en los momentos de mayor minutaje («Sucker») llenos de guitarras serpenteantes.
El trío está tan cómodo en el ruido que hasta le ha valido algunas etiquetas tipo sludge-pop. Ridículo dado que la lentitud no abunda, pero lo cierto es que conectan con ese punto desenfadado a la par que abrasivo de Torche, a los que recuerdan tanto en sus momentos más punk-rockeros («Curse of the Nightmare») como en los más poperos («Pond Rot»). También hay claras miradas a esa dulzura hiperdistorsionada de los primeros Weezer, en definitiva todo está relacionado y da gusto que discos así nos lo recuerden de una forma tan gráfica.
Y es que, tal vez a diferencia de muchos de esos referentes más antiguos, California X no tienen ningún rubor en seguir casi siempre la senda del pop. Algo que a veces también les acerca al fuzz-pop de Jeff the Brotherhood («Hot Hed», «Spirit World») porque rock psicodélico, ecos hardcore, power-pop y hasta hard-rock («Spider X») se mezclan de una forma tan natural como en los pilares mismos del rock alternativo. No es de extrañar que pongan en evidencia a Foo Fighters en «Lemmy’s World», atención a esas guitarras que supuran postgrunge en un sentido tan bueno como jamás tuvo el término.
De algún modo no podemos evitar ver este debut como California X adelantándose a Milk Music, otra gran promesa de estos sonidos que sin embargo aún no ha sido capaz de editar un largo. Desde luego sus propuestas son primas-hermanas, mismas melodías, mismo ruido, mismo tipo de voz… misma franela.
Sin duda California X no inventan nada, pero es imposible aislar sus influencias. Crean uno de esos discos cuyas canciones se funden sobre sus pliegues formando una masa compacta en la que apenas caben altibajos, ni singles, ni rellenos, llegando a hacerse autoguiños como meter a mitad de disco un piano con la sintonía que abre el disco. De este modo crean un brebaje colorista y siempre distorsionado que va desde los Ramones a los Smashing Pumpkins, pasando por los grises callejones de Seattle y las playas de California, desde las que sin duda se nos despiden con «Mummy».