Atentos a este grupo francés porque pueden convertirse en algo muy grande o quedarse en la nada más absoluta. Simon Buret y Olivier Coursier son un dúo de pop melancólico con tanta base en los instrumentos clásicos (piano) como en las atmósferas electrónicas. La promoción les sitúa como herederos del «Kid A» de Radiohead y así son en los momentos más interesantes, acercándose en otros momentos con bastante éxito al drama pop de Coldplay, sin olvidar guiños a Depeche Mode, David Bowie o Air.
En su país son el dúo de moda gracias a la inclusión de «U-Turn (Lili)» como tema central del último film de Philippe Lioret, “Je vais bien, ne t´en fais pas” y aquí tienen todas las papeletas para que no le suenen a nadie, aunque Pupilo Records intentará remediarlo editando en España este “Artificial animals riding on neverland» (AaRON para los amigos), repleto de misterio desde la portada en que yace una sirénida con cartas en la mano por entregar.
El mentado single cinematográfico en realidad no debería ser la carta de presentación, ya que supone su momento más convencional y cercano a Coldplay, quizá demasiado, aunque siempre con un pulso electrónico por debajo como si Chris Martin colaborase con Air. La voz les emparenta con Martin, aunque aquí se presenta más rasgada, más dada al misterio y menos al empalago. Una mejor muestra de su música puede ser «Endless Song», tema que abre el álbum y primer fruto de su colaboración.
«O-Song» con espiral de piano y una distorsión de fondo que nos llega a recordar un cruce entre los Muse del Origin of Symmetry y Depeche Mode. El referente de Martin Gore y Dave Gahan es patente especialmente en la oscuridad de garganta cálida de «War Flag». No son los únicos referentes a tenor de «Strange Fruit», una versión de Billie Holiday, una balada dramática con tan sólo piano en la que resuenan ecos de Bowie.
Esto se alterna con momentos minimalistas como «Mister K», basado en una guitarra acústica y más emparentado con Radiohead, como también lo está la relajada e insomne «Beautiful Scar». Igualmente la vertiente experimental de los de Oxford aflora por los poros y cajas de ritmos de «Lost Highway» que define las relaciones del dúo con un referente cinematográfico de lo oscuro como es David Lynch.
En realidad AaRON es una pequeña y delicada sorpresa musical cuyos trece cortes destilan un gusto exquisito. Nada que objetarle al disco salvo que su tono melancólico, por momentos oscuro y hasta desencantado termina siendo su mayor lastre y si bien aúna la practica totalidad del disco bajo un sentimiento, también hace mella en el oyente, que puede acusar algo de cansancio en especial si no está acostumbrado a este tipo de sonidos tan introspectivos y nocturnos.
Por suerte hay algo de variedad con temas como «Blow» que tiene incluso algo de hip-hop o por lo menos en el patrón de ritmo agresivo que establece su base. Otro caso es «Angel Dust», con una de las melodías más abiertamente pop, algo que se agradece entre tanto tono a media luz. La salida de tono idiomática la pone «Le Tunnel D’Or», que tira hacia la chanson desde el mismo momento de cantar en francés una lenta con tema concupiscente. En fin, si opinas que lo clásico y lo moderno puede convivir, tal vez AaRON sea la prueba que estas buscando.