A mediados de los noventa lo ‘alternativo’ era el rey de la radio. Cogiendo las bases musicales y estéticas del grunge y añadiéndoles una buena mano de pop y detalles electrónicos, un grupo debutante podía llegar a vender singles y discos como churros si tenía la suerte de caerle en gracia a algún productor estrella o a una de esas multis que por entonces estaban por la labor de buscar en esos sonidos nuevos éxitos.
Fueron los casos de bandas que nacieron en aquella época como Garbage o Placebo, entre otros muchos. De hecho, tan en boga estaba el género que incluso grupos grandes ya asentados, como Depeche Mode, U2 o R.E.M. adoptaron varios de los postulados de lo que el mainstream consideraba ‘alternativo’ para poder sobrevivir a la década, en un caso de cruel ironía ya que ellos habían contribuido a crear aquel movimiento que por fin explotaba.
Hacia 1995, The Smashing Pumpkins estaban ya a la cabeza del género; una vez muerto el grunge al que alguna vez pertenecieran a su pesar. Un tipo listo como Billy Corgan decidió apartarse del sonido crudo y enmarañado de su anterior obra, «Siamese Dream», dando puerta a Butch Vig (ya en Garbage, curiosamente) y abrazando a una de las parejas de productores de moda de esos años: Alan Moulder y Flood. El resultado: un disco doble conceptual, de casi treinta canciones, de sonido más limpio y accesible que sus anteriores obras, y, sobre todo, ambicioso y excesivo («el The Wall para la generación X», contaba su creador).
Y es que todo cabe en estas más de dos horas de música: punk, grunge, rock de estadio, pop, folk, industrial, death metal, baladas, rock progresivo… toda una amalgama de texturas para una generación que quizá no estaba tan acostumbrada a tal eclecticismo en un solo álbum. Desde un principio la opinión estuvo polarizada: unas críticas elevaron a un tipo ya de por sí egocéntrico como Corgan a la categoría de salvador del rock, mientras que otras quisieron ver que ese mismo ego había hecho naufragar la obra en su auto-regodeo y falta de medida.
Para nosotros, el tercer álbum de los Pumpkins es una obra especial. Es el álbum DOBLE de nuestra generación, aquel en el que cabía todo y abarcaba en muchos casos todo el limitado espectro musical y emocional de un adolescente o veinteañero de por entonces. Cierto es que conforme ha ido pasando el tiempo algunos quizás le habéis dado la espalda por su pretenciosidad y aires de ‘teenage angst’ exagerada (el concepto del álbum es el proceso vital al completo, ahí es nada), e incluso concedemos que pueda tener algo de relleno; pero muchos aún le guardamos un lugar en nuestro corazón ya que es el disco que nos enseñó que el rock puede ser más grande que la vida.
Señoras y señores: «Mellon Collie and the Infinite Sadness» cumple hoy 20 años. Dadle al play y escuchad el pianito….
Sabiendo que hoy en día son comunes los discos de media hora y ocho temas, os intentamos resumir en diez canciones la esencia de un disco que quizá pertenece a una época dorada del concepto de álbum que ya no volverá ni se le espera. Flojos, que sois unos flojos…
«Tonight, Tonight» (CD 1: Dawn to Dusk)
Pues sí, en los noventa ver en la tele un videoclip chulo podía ser suficiente aliciente para comprar un disco. Y el de «Tonight, Tonight» molaba, vaya si molaba. Además, la canción acompañaba: muchos nunca habíamos oído antes arreglos orquestales de ese cariz en el rock, para lo que en el fondo era una sencilla canción de amor.
«Zero» (CD 1: Dawn to Dusk)
El punk está también presente en «Mellon Collie…». Poco más de dos minutos y medio para lo que acabaría siendo uno de los grandes clásicos del disco y, para algunos, la mejor canción que haya compuesto Corgan. Carne de camisetas desde el minuto ‘zero’, jeje…
«Bullet With Butterfly Wings» (CD 1: Dawn to Dusk)
Quizá la canción central del álbum y su single de presentación. Corgan se sitúa en un punto medio equidistante tanto del grunge como del rock de estadios en un himno que desata toda su megalomanía comparándose tanto con una rata atrapada como con Jesucristo. Su estribillo y sus riffs, antológicos. Su vídeo, también.
«Muzzle» (CD 1: Dawn to Dusk)
La canción más ‘indie’ de todo el disco quizá pasó desapercibida ante el alud de singles que soltó, pero para los fans ha acabado siendo una de nuestras favoritas. Noise de la mejor escuela Sonic Youth y My Bloody Valentine para un grower total. ‘And I knew the silence of the wooorrldd!’ ¿cuántas veces habremos gritado esto?
«Porcelina of the Vast Oceans» (CD 1: Dawn to Dusk)
Estos nuevo minutos representan mejor que ninguna otra los excesos de su autor. Corgan cae en la autoindulgencia con dos minutos y medio de sonido sintético antes de arrancar con capas y capas de guitarras, para luego alargar el tema hasta que se desvanece. Aún así, gran tema: rock progresivo de herencia directa Pink Floyd y King Crimson. «Thru the Eyes of Ruby» podría considerarse su hermana en el segundo cd.
«Bodies» (CD 2: Twilight to Starlight)
El single que Smashing Pumpkins se olvidaron de lanzar. Una banda de de hoy en día se felicitaría por componer un tema así y lo sacaría a relucir como sencillo a la mínima de cambio: rock directo sin apenas respiro, con las guitarras en primer plano y estribillo matador. Otra gran favorita, que mira cara a cara a clásicos como «Bullet With Butterfly Wings» y otras desimilar octanaje. Love is Suicide…
«Thirty-Three» (CD 2: Twilight to Starlight)
La mayor pega que muchos ponen a este disco es la gran cantidad de ‘baladitas insulsas’ que contiene. Cierto es que al final del segundo cd se le va a Billy un poco de las manos colocando cinco seguidas, pero no se puede dudar que compuso auténticas joyas como ésta, preciosa canción romántica y nostálgica donde las haya.
«1979» (CD 2: Twilight to Starlight)
Corgan se dirige aquí a su público potencial: los jóvenes que por aquel entonces tenían dieciséis años. El grunge había muerto, pero ellos tenían aún toda la vida por delante para triunfar… como su grupo favorito. Un single perfecto, tanto que tendría una semi-continuación y ratificación en «Perfect» de su siguiente álbum.
«X.Y.U.» (CD 2: Twilight to Starlight)
En «Siamese Dream» estaba «Silverfuck», y en «Mellon Collie…», «X.Y.U.». Si queréis oír a los Pumpkins más salvajes, con Corgan desgañitándose y soltando riffs asesinos esto es lo que hay que oír. Un paso más allá incluso está «Tales of a Scorched Earth», puro death metal, dos tracks antes en el mismo cd.
«Farewell and Goodnight» (CD 2: Twilight to Starlight)
Si no me fallan las cuentas, Billy Corgan y James Iha sólo cantaron juntos en esta canción de todas las que grabaron para los discos de los Pumpkins. Conocido el tiránico carácter del primero, sólo le dejó incluir al segundo un par de temas propios en este álbum, ésta en coautoría y la algo anodina «Take Me Down». Al menos, en el recopilatorio de singles «The Aeroplane Flies High» encontramos algunas más del japo-americano bastante apañadas.