Comenzar el año de conciertos visitando tan habitualmente la sala Joy Eslava de Madrid es buena noticia. No sólo por la propia calidad visual y de sonido de la sala, sino porque el ambiente que allí se condensa es siempre algo que podemos tildar de mágico. Todo suele ser especial, pero sobre todo más en este 2015 cuando hemos tenido el placer de ver tantas bandas de aquí (y por “aquí” no me refiero únicamente al componente geográfico, también a esas que llevamos toda la vida siguiendo). Primero fueron Los Punsetes, luego Toundra por dos noches y ahora es el turno de unos Berri Txarrak, que cumplen años. Y todo ello con sold-out. Para que digan luego algunos agoreros que la salud musical que tenemos es mala.
En cualquier caso, de todos los casos que comentábamos, el de Berri Txarrak es el más normal de todos. El más justo, quizás. Con una trayectoria de nada más y nada menos que veinte años, cuentan ya con un legado inmenso dentro del rock vasco, español y europeo por extensión. Está claro que el componente idiomático los ha podido frenar más allá de Euskal Herria, pero si no hubiera sido por esa persecución mediática que sufrieron hace unos años en Madrid (recordemos aquellos dos conciertos que tuvieron que dar en Ritmo & Compás bajo el seudónimo de JMH Trio o ese otro que tuvo que celebrarse en Majadahonda) ahora estaríamos hablando de un llenazo en una sala de mayor tamaño, como pueda ser La Riviera. Como no hay mal que por bien no venga, verlos en Joy Eslava fue el triple de mágico que en cualquier otra sala grande.
Primero eligieron unos teloneros locales, a priori algo alejados de lo que uno puede imaginar de un telonero de Berri Txarrak. Biznaga, a golpe de punk destartalado consiguieron convencer a un público quizás con más ganas de guitarras pesadas que de garage. Posteriormente Berri arrasaron con un set de más de dos horas, bien ejecutado pero quizás algo lastrado por decidirse a interpretar íntegro su nuevo trabajo discográfico para luego atacar a sus clásicos.
Hay que reconocer que al que escribe estas líneas no le ha agradado demasiado “Denbora Da Poligrafo Bakarra” en conjunto, pero única y exclusivamente por esa separación de cada una de las tres partes por estilos. De modo que lo que hicieron entremezclando temas hizo que uno se diera verdaderamente cuenta de la verdadera grandeza de las canciones una por una.
Comenzaron más o menos con temas de los temas nuevos que han grabado con Ross Robinson («I Sutxarruak»), pero en mitad fueron encajando temas como «Bigarren itzala» o «Bele erraldoia» de la parte grabada con Ricky Falkner («II Helduleku Guztiak») o la dupla que forma la parte punk-rock del nuevo trabajo con «Orain norbait zara» y «Hitzen oinarri ahula». Un perfecto compendio de sabores y emociones que sólo se vio interrumpida a mitad del set por unos cuantos intrépidos que pidieron a la banda que tocase ya “Oihu”, ante lo que Gorka respondió raudo y veloz entre las risas del bajista de la banda, David. Curiosamente la vena más melódica fue la encargada de cerrar el concierto, de nuevo uniendo tres temas de la segunda parte de “Denbora Da Poligrafo Bakarra”: ”Bigarren itzala”, “ Lemak, aingurak” y, claro, “Poligrafo bakarra”.
El estado de forma que demostró Gorka y sus dos escuderos fue una vez más sensacional. David al bajo se nota cada día más seguro y con mucha más presencia escénica, algo que viene muy bien a un Gorka que tiene que andar siempre tan pendiente del micrófono. La batería del siempre impecable Galder ha dado sin duda un salto de calidad técnica en la banda, pero sabiendo mantenerse en la sencillez de ritmos marca de la casa. Todo esto quizás donde quedó mejor demostrado fue en los bises, donde por fin repasaron sus temas más queridos, sobre todo recordando mucho el disco que por estas tierras los encumbró definitivamente: “Jaio.Musika.Hil” del que se pudo corear “Bueltatzen” y “Oreka” (con versión intermedia del “My Number” de Foals) como si de una banda local se tratase. Otra bonita sorpresa fue el recuerdo al “Eskuak/Ukabilak” con “Stereo” o la ya añeja “Ikasten” , incluyendo un guiño inicial al “Apothecaries’ Weight” de Kyuss. Para el bis final dejaron a Gorka sólo interpretar una intensa y sensacional versión del “Redemption song” de Bob Marley para luego atronarnos con el habitual “Denak ez du balio” (único recuerdo a “Libre ©”).
Caras de alegría, sudor en las primeras filas, sonrisas de satisfacción encima del escenario y, para los que llevamos tanto tiempo viendo las injusticias que ha sufrido Berri Txarrak en Madrid, solo podemos alegrarnos cada vez más con cada paso que dan a las barreras y prejuicios. Genial cumpleaños a la madrileña.