/Reseñas///

Thermals, The – The Body, The Blood, The Machine

Thermals
Sub Pop, 2006
Productor: Brendan Canty
Banda: Hutch Harris, Kathy Foster

Géneros: ,

8.6

Finiquitados los gloriosos tiempos del grunge, Sub Pop vive una segunda infancia con bandas con un mayor enfoque pop. Entre esta nueva generación y una vez separadas Sleater-Kinney, pueden ser The Thermals el power-trio llamado a llevar el rock a buen puerto, bebiendo del punk y del indie-rock más enérgico una mezcla donde caben Ramones, Sex Pistols, Pavement, Sebadoh o Pixies.

Producidos por Brendan «Fugazi» Canty y armados de melodías simples y fiereza punk, el trío viene dispuesto a combatir un futuro orwelliano en el que los Estados Unidos quedarían sometidos en un régimen fascista cristiano. Casi nada. Y toda esta paranoia bañada de sarcasmo y diversión te golpea en la cara en un disco conceptual muy poco al uso, de poco más de media hora y canciones de dos y tres minutos. Antimesianismo al poder.

El primer ataque es mortífero. Punk melódico a la par que paranoico en «Here´s Your Future» con Hutch Harris vertiendo su voz de hiena en uno de los temas más instantáneos del año. o le va a la zaga el single «A Pillar of Salt», de ritmo obsesivo y revestido con órganos en la gran tradición de singles concisos y de «tres acordes» como les gusta hacer gala.

Entre los momentos más calmados, también necesarios, encontramos temas vibrantes como «I Might Need You To Kill», pop agraciado y más tradicionalista como «Test Pattern», guitarras con suciedad «mudhoniana» en «Saint Rosa And The Swallows», un poco de histeria «pavimentada» en «Back to the Sea» o animado indie-punk como «An Ear For A Baby». Entre todos destaca el himno de «Returning To The Fold», efectiva invitación a enseñar el «middle finger» a la autoridad.
La recta final deja con un sabor de boca inmejorable con dos de sus composiciones más elaboradas y exponentes del mejor indie-rock. Primero «Power Doesn´t Run on Nothing» con el mejor sabor del punk melódico, guitarrazos que se deslizan e incluso momentos coreables. Y después «I Hold The Sound», momento más épico y nervioso del conjunto. Lo que empezó como un juego acaba siendo grande.

Por citar un referente en mente de todos, podría decirse que «The Body, the Blood, the Machine» sería la antítesis de «American Idiot», pese a estar ambos inspirados en el momento político estadounidense. Esto es, underground, directo y enfocado desde el humor. Su brevedad hace que no canse, pese a uno de los rangos distintivos del grupo; la en ocasiones irritante voz de Harris, que por otro lado clava el sentimiento de histeria que las historias del disco requieren.

No será el disco del año, pero seguro que en una década lo retomaremos y seguirá vigente, tal vez más que nunca. Pulsemos el play de nuevo y entonemos estos sencillos y necesarios cantos de revolución.

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1 de enero de 2006