/Reseñas///

Mars Volta, The – De-loused in the Comatorium

Mars Volta
Universal, 2003
Productor: Rick Rubin & Omar Rodriguez-Lopez
Banda: Bixler, Rodriguez-Lopez, Theodore, Owens (Flea, Frusciante)

Géneros: , ,

9.0

At the Drive-In fueron el último gran fenómeno del rock avalado por la crítica. Muchos se preguntaban entonces si aquello no era un hype sobrevalorado por algunos listillos de la elite de la prensa musical. El tiempo reveló no sólo que la trayectoria de ATDI y en especial el laureado Relationship of Command eran impecablemente originales sino que la historia no había hecho más que empezar. La parte de su formación más creativa (Cedric Bixler y Omar Rodriguez) se embarcó tras la disolución en un nuevo proyecto de nombre Mars Volta que ya despertó la atención con los tres cortes de su Tremulant EP. Con el disco entre las manos los rumores se confirman; The Mars Volta son los nuevos genios excéntricos de la escena rock actual.

Y es que De-loused in the Comatorium, dedicado al artista conceptual de El Paso, Julio Venegas, se aleja estrepitosamente de lo comercial y lo previsible. Y se nota desde un primer momento, desde que la intro de Son et Lumiere se va metiendo progresivamente en nuestra cabeza con la marciana y psicodélicamente tratada voz de Cedric. Enmedio del suspense, comienzan los estallidos de batería que hacen de puente con la chillona Inertiatic ESP que ya hace uso de percusiones inquietas y exóticas. ¿Como definir el sonido de Mars Volta? No han sido pocos los que los han tachado de hardcore progresivo, etiqueta que tal vez no procediese sin tener en cuenta sus orígenes. En fin, no podemos dudar que es rock progresivo, todo apunta a ello, la voz, la música, la producción, las letras surrealistas… el resto de afirmaciones siempre podrán ser rebatidas.

Créanme que es muy difícil definir un disco como este, con canciones que son un mundo en si mismo. Por eso mismo, Roulette Dares que comienza rockera y arrolladora, se sume enseguida en la tranquilidad, para crear un medio tiempo donde la voz de Bixler puede ser mostrada en una gran diversidad de registros culminando en el épico estribillo. Aún así, un tema trepidante, donde destaca de nuevo la batería y el bajo (cortesía de Flea en todo el disco, se me olvidó mencionarlo). De nuevo otro interludio de título en castellano corrupto como es Tira Me a Las Arañas, nos lleva a la trepidante Drunkship of Lanterns, un marasmo de percusión funkie, voces sumergidas, ecos de algún tugurio hispano de Texas, una auténtica locura con alguna guitarra atonal y coros a la sobrehumana voz sobre la que no me voy a volver a pronunciar porque mediatiza todo el disco. Hacia el final, el ritmo cambia para hacerse más compacto y unidireccional. Auténtica bomba donde encontramos ecos difusos de bandas de los 70 como Led Zeppelin.

Hay un momento de placidez con la delicada Eriatarka, pero no, era un espejismo y de nuevo volvemos a las ráfagas asesinas de guitarra y batería, chillidos estridentes y otra vez a la calma… estos chicos nos quieren volver definitivamente locos. Todo plagado de efectos de producción y ruidos extraterrestres entre tema y tema, que le dan un toque aún más especial al álbum si cabe. Cicatriz ESP comienza con una batería marcada desde un comienzo pero pronto se detiene para rearrancar con el cálido estribillo, si es que The Mars Volta saben de estructuras. Una nueva laguna de guitarras suaves y tintineantes inunda el ecuador de la canción desarrollandose hasta su final (dura 12 minutos!!) entre atmósferas sonoras muy cuidadas de la suavidad al caos ruidoso, para volver a tomar el micrófono entre susurros sepultados… toda una sobredosis de talento.
Esperamos algo más directo de This Aparattus Must Be Unhearted y comienza con una voz más nasal y un rollo más convencional (y tomen convencional dentro del contexto), con guitarras y baterías que parecen ir solas y escaparse en ocasiones del ritmo que lleva la voz. El final marcado esta vez si por el ruido descarado, sonido de centrifugado a plena potencia. ¿Será el «Apparatus» una lavadora? Por fin, hemos pasado por muchos sobresaltos, pero ha llegado la ¿balada?… dejémoslo en lenta. Hablamos de Televators, 6 minutos de melancolía sosegada y emoción a flor de piel. Y termina la paranoia con la más hardcore y directa Take the Veil Cerpin Taxt. Pronto parece como si el comienzo hubiera sido un guiño a su pasado y comienza la parte más épica y psicodélica y nos abandona en el silencio con una percusión que suena a ruido de CD mal tostado. Las guitarras marcianas comienzan a desbocarse sobre bajos funkies y se vuelve a cambiar el ritmo despejándonos que el disco es una gigantesca Jam-Session. Vuelven con el abrasivo y melódico estribillo, esquizofrenia vocal y musical, y ecos de todo tipo. La curiosidad por como defenderán esto en directo es grande, ya que la fidelidad es toda una hazaña. El caso es que cuando el disco acaba sientes un gran descanso porque la sensación es abrumadora.

Hasta aquí llega la cosa. Mi recomendación es no tomarse ni esta crítica mía ni ninguna sobre el disco muy a pecho, porque como comprobareis al escucharlo, definirlo es una tarea harto complicada y casi cualquier influencia que digas a alguien le puede sonar absurda. Un disco con influencias más o menos explícitas de Pink Floyd, Sun Ra, Led Zeppelin o King Crimson, todo mezclado con percusiones tribales y su propia herencia hardcore de vanguardia que ya desarrollaban en At The Drive-In. Merecen que les des una oportunidad, aunque advierto que necesitan varias escuchas. Si no te gusta la complejidad, no abordes el disco, será una pérdida de tiempo, porque al lado de esto, ATDI eran más simples que AC/DC. ¿Quien dijo que todo en el rock estaba inventado? A ver quien se atreve a copiarles.

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1 de enero de 2003