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Crystal Castles – (III)

Crystal Castles - (III) portada
Fiction/Universal Republic, 2012
Productor: Ethan Kath
Banda: Alice Glass, Ethan Kath

Géneros: , ,

7.8

Crystal Castles es uno de esos extraños grupos que aúnan éxito comercial y crítico y que además tienen la osadía de poseer algo que los hace genuinos y distintivos. Ya lo demostraron con su notable debut y su excelente segundo trabajo, en los que fueron capaces de trascender el electroclash en el que inicialmente se les metió creando melodías de gran calidad con un aire enfermizo y experimental; una fórmula que otros han intentado probar pero que pocas veces ha alcanzado los niveles de temas como “Vanished”, “Crimewave”, “Baptism” o “Celestica”.

Poca cosa ha cambiado en su tercer disco. “(III)” es si acaso su trabajo más accesible hasta la fecha, ya que deja de lado un tanto los momentos más distorsionados y salvajes de sus comienzos, pero también los tiros más vanguardias de “(II)”. Con esto quizá consigan que un público mayoritario conecte mejor con su música al tener menos momentos ‘molestos’; pero también puede que, por esa misma razón, sea el disco con el que una parte de su base de fans les dé de lado.

No decimos con esto que estemos ante un disco de electro-pop ortodoxo y acomodaticio. De hecho, el primer sencillo y primer tema del conjunto, “Plague”, es un tema 100% Crystal Castles, con Alice Glass gritando como una posesa sobre una base machacona característica de Ethan Kath; al igual que sucede con otro de los temas de anticipo del álbum, “Wrath of God”, otro pepinazo en el que dejan ver su lado melancólico.

Encontramos también temas decididamente bailables como “Sad Eyes” o “Violent Youth”, que poseen esa sensación de angustia en la pista de baile tan propia de la pareja de Toronto; entre piezas más retorcidas como “Pale Flesh”, “Transgender” o “Mercenary”, que son las que realmente mantienen la identidad del grupo como proyecto equidistante entre el pop y la experimentación. La cuestión es que, a pesar de ser todas buenas canciones, poca sorpresa encontramos ya a estas alturas y comienza a notarse la reiteración de su método compositivo.

En temas como “Affection” o la culminante “Child I Will Hurt”, quizá su primera balada, es donde comprobamos mejor que están cada vez más cómodos en terrenos dominados por la tristeza y la melodía antes que por el ruido y la rabia. Es una evolución coherente en todo caso, y en gran parte la han sabido manejar bastante bien puliendo las artistas que más les convenían. Y es que en defitiniva, y quién lo diría hace cuatro años, Crystal Castles han facturado su disco de la madurez, pese a quien pese.

 

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1 de enero de 2012