Madrugador de este inicio de 2015, nos llega desde Barcelona el segundo trabajo de Aldrin y Collins. Si su debut se regodeaba en la modestia, la humildad y un discreto y acomodado perfil de secundarios, ahora Aldrin y Collins se han hartado de ir de buenos. Dicho cansancio queda demostrado en cuanto a sonido en gran parte del minutaje (aquí suenan con más músculo y energía, especialmente en su primer tramo), pero sobre todo se hace patente en unas letras que no se muerden la lengua a la hora de criticar el tinglado musical de amiguismos y falsas apariencias en el que muchas veces a todos nos toca movernos.
Antes de ello, en “Nota al Pie”, se encargan de arrancar de un modo que casi sintetiza lo que ha sido el sonido de la banda, y sus influencias, desde que ésta se formara hace ya unos cuantos años. Pop-rock de cuidados juegos vocales en la onda de los primeros Vetusta Morla, que hacia la mitad vira hacia los Standstill más psicodélicos, y que acaba concretando en un crescendo lleno de fuerza más propia del nuevavulcanismo. Y una vez hechas las presentaciones es la hora de las hostilidades.
Ácida y explícita, “Por No Estar” no es otra cosa que una crítica abierta hacia el funcionamiento de la industria discográfica, incidiendo sobre todo en los escalafones supuestamente más honestos del indie nacional. A pesar de la mala baba de su letra, musicalmente el tema esconde melodías luminosas, y me atrevería decir que incluso optimistas, que se acercan a una especie de Stephen Malkmus menos punzante, o a los Radiohead etapa “The Bends”. Con Xavi y Gerard alternándose en las voces a lo largo de todo el Lp, es el segundo quién toma las riendas en la críptica “Hiroo Onoda”. Volviendo a ese sonido post hardcore poperizado que tan bien les sienta, los teclados y el theremín, omnipresentes a lo largo de casi todo el disco, sirven para darnos un respiro antes del clímax final en donde la lapidaria frase final “es verdad, tenemos un problema, no nos sabemos vender”, sirve de cierre ideal. Autocrítica, a la vez que canto al orgullo propio, engloba perfectamente la ironía de muchos de los textos de “Volador Trueno”, a la vez que se convierte en una de las canciones más completas que nunca haya grabado el grupo.
La poética cotidiana que ya les funcionó en “La Vocación Optimista” hace de nuevo aparición de forma muy acertada en “Domingo Pasta”. Muy representativa del sonido de la banda, cierra un arranque de disco arrollador que empezará a bajar algo las revoluciones con la ensoñadora “La Espina Dorsal”, o con “La Simpàtica”, la cual a partir de una marcada línea de bajo se dirigirá hacía un relajado y estimulante ambiente instrumental de interesante carácter taciturno. En el tramo final destacan “Carrer Tallers”, que va creciendo junto a sus pesadas guitarras de matices desérticos hasta alcanzar un tramo final con uno de los cénit emocionales del disco; o “Cirugía Estúpida”, profundo y reflexivo tema que con sus cuidadas pinceladas emo puede llevar a recordar a la propuesta de los resucitados Madee.
Por lo tanto, y tratando de resumir lo ya expuesto, se puede decir que estos temas se enfrentaban a la dura tarea de sustituir a los de un primer disco entrañable que, como todo primer trabajo, pecaba quizás de disperso y enmarañado, pero que de igual modo ganaba mucho en las distancias cortas en lo que a emotividad se refiere. Ahora vemos a unos Aldrin y Collins más compactos, con unas canciones mejor estructuradas, y sobre todo con un discurso y un sonido que ya son seña de identidad de la banda. El tiempo dirá si estas nuevas canciones calan tan hondo entre los que ya les seguíamos como las de «La Vocación Optimista», pero sobre todo, y los más importante, parece evidente que se plantean como una mejor carta de presentación hacia los nuevos seguidores que se pueden sumar a la causa.