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Ainara LeGardon – We Once Wished

Ainara LeGardon - We Once Wished portada
Aloud Music, 2011
Productor: Paco Jiménez
Banda: Ainara LeGardon

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8.5

Tras una fase folk más minimal e intimista, Ainara LeGardon regresa al sonido de banda. O mejor dicho se introduce más que nunca en él. No sólo se trata de la potencia de la eléctrica, sino del bajo retumbón y la batería aplastante. Esta contundencia instrumental conjugada con los bandazos vocales de la suavidad al lado salvaje hacen que, más que nunca, PJ Harvey sea la artista de la que nos acordamos. La de los primeros 90 claro, la que plasmó su rabia con Albini como cómplice. Porque puede que el disco no se haya grabado en Chicago sino entre Alicante y Madrid, pero suena muy similar a como a la figura del noise-rock le hubiera gustado.

Mucho más directo, a veces incluso a bocajarro, presentado de forma impactante y malsana por esa «Thirsty» que muestra la vena más punk que Ainara haya mostrado hasta la fecha. No tan kamikaze pero también portadora de ese borde afilado y tensionado es la inicial «You Gave Me». Junto con el estallido de «We Once Wished» la cantante se revela aquí como una compositora de rock más que nunca, revelando lo mucho que los 90 más descarnados marcan su música. Y es que escuchando «Hugs Won’t Last» facilmente podríamos pensar en Nirvana o en Sleater-Kinney. Guitarra chirriante, acoples, sección rítmica renqueante, suciedad por los cuatro costados. «Evil Eyes», más limpia pero sin duda sus arranques llevan los bríos de ese alma más punk-rockero del disco.

Si que hay temas de tono más reposado o acústico, aunque el crepitar eléctrico está siempre al acecho, como en la delicada «Reason». «I Left» por su parte parece la continuación rockera de «I Won’t Forget», uno de sus temas más carismáticos de su anterior entrega. Aquí experimenta con el rasgueo de su guitarra y su ululante voz. Y es que sus letras son muy importantes, pero algo que siempre hemos admirado en ella es que no es necesario comprenderlas para sentir la oscuridad que siempre suele tratar.

Con «I Am» viaja al desierto de la mano de ralentizados acordes y su dulce voz. Apenas una canción, demasiado elaborada y extensa para un interludio. En el disco nos encontramos unos cuantos temas así, esbozos de canciones que parecen pedir más desarrollo para satisfacer el cánon pero se truncan de forma espontánea y con fatalidad. Incluso es así en el tema que cierra el disco, «Make it mine forever» inundado de crujiente electricidad. Pero la nocturnidad más salvaje del sonido americana la aborda con «Before Waking Up». Es un sonido que Ainara comparte con Hannot Mintegia (Audience), ya clásico colaborado suyo que aquí presta voz, gritos y lamentos al tema para ahondar en sus aires desquiciados.

Tras dejarnos a muchos absortos Ainara LeGardon ha regresado con un disco en el que nos muestra una faceta que, aunque intuíamos, tal vez no pensábamos que fuera a explotar a estas alturas. A través de su cancionero más ruidoso consigue crear otro disco notable y, lo que es más importante, derriba los complejos generacionales que parecen dictar que la rabia del rock sea sólo para adolescentes y el folk llega con la madurez.

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1 de enero de 2011