/Crónicas///

WOP Festival – Bilbao (29/09/2012)

8.5
La Casilla, De medio a 3/4 de planta
Precio: 35 día / 55 bono

Segunda jornada del WOP Festival, festival benéfico que esperamos haya venido para quedarse, ya que salvo los ya comentados problemas de sonido de The Hives, cartel y sobre todo trato de la organización fueron algo pocas veces visto en un evento de estas características. Empezábamos por si nos faltaba algo de background del por qué del festival y su carácter benéfico con la WOP Band, grupo formado por el padre de Jontxu, el niño al que diagnosticaron una enfermedad «rara» y catalizador de todo esto.

Interpretaron un repertorio que fueron contextualizando temáticamente y en el que pos supuesto el punto fuerte fueron las letras y lo emotivo del asunto. Destacar por cierto que arrancó la jornada en un ambiente mucho más familiar que la del viernes. Por la mañana había habido actividades para toda la familia y esto continuaba y se dejaba notar con la presencia de decenas de niños correteando por el recinto. Musicalmente, lo suyo era rock de sabor americano, pero desde aquí y que contó con colaboraciones como la de Gari o la del vocalista de Distrito 14.

Llegaría después el turno de The Right Ons, que hicieron todo lo posible por levantar al público pese a que se notaba que mucha gente estaba apurando a entrar a la hora de los «internacionales». Lo suyo es un rock n’ roll que mira a los clásicos desde la frescura y la diversión y en ese sentido, aunque no contaran con grandes complicidades entre el público, cumplieron bien su función, calentaron el ambiente como única banda invitada que repite (ya estuvieron en la primera edición) y brindaron de nuevo su apoyo a la causa.

 

EL REGRESO DE LA TEMPORADA

Pensábamos que tocaba el turno a The Jayhawks pero sorprendentemente empezamos a escuchar rock de bastante potencia. Por supuesto que no eran Olson y Louris, sino The Dream Syndicate, banda de culto que su reunión nos ha brindado la oportunidad de descubrir en todo su esplendor. Si «The Days of Wine and Roses», disco que venían celebrando, es todo un tratado de rock alternativo americano, una especie de eslabón perdido entre la Velvet Underground y lo que llegó en los 90, en directo aplastaron todas nuestras expectativas.

El cuarteto, ahora con Jason Victor, habitual colaborador de Steve Wynn a la guitarra, no ha vuelto para andarse con tonterías y al final, los más creciditos, o al menos los que antes comenzaron en esto, fueron los que rockearon de forma más contundente y sonora. Auténtico derroche de electricidad al servicio de canciones de sabor americano de los 80 más underground. Según el propio Steve Wynn, la última vez que nos visitaron fue en 1988, pero para nosotros, los tipos que había sobre el escenario bien podrían tener 25 años y no 50. Y es que la forma de torturar las guitarras, de encararse entre ellos creando batallas de ruido, siempre encauzado, rezumaba juventud rock n roll, algo realmente inspirador.

Comenzaron como el disco con «Tell Me When It’s Over» y tiraron mucho del disco pero se salieron para pasar por «Boston» o una impresionante «Medicine Show». Según el concierto avanzaba Wynn fue desplegando más y más carisma y un dominio de las multitudes muy sutil, haciendo parones, énfasis e improvisaciones mientras el explosivo cóctel de rock eléctrico y directo pero con muchas raíces seguía fluyendo con psicodelia hacia las gargantas del público. «Halloween», la propia «The Days of Wine and Roses» y «John Coltrane Stereo Blues» interpretaron una recta final de excepción con mucho hueco para las jams ruidosas que nos dejó el regusto de mejor concierto del festival y uno de los que más recordaremos de este año, seguro.

Puede que precisamente el tono de los de Steve Wynn fuera un lastre para lo de The Jayhawks después. Y eso, que en el fondo, más que en el sonido, son grupos de similar bagaje, no hay más que ver lo contentos que estos se mostraron de estar en un festival con The Dream Syndicate y Soul Asylum, pero claro, un concierto de la banda capitaneada por Gary Louris y Mark Olson requiere de paciencia y esto en un festival no es fácil de conseguir. Por tanto tuvimos que aguantar a bastante pesado hablando sin parar en los momentos más relajados del quinteto, que dedicó parte del repertorio a temas de su último disco, pero tampoco fue algo preocupante y se acabaron enfocando como de costumbre desde su regreso, a canciones del «Hollywood Town Hall» y «Tomorrow the Green Grass».

Entre los himnos que fueron sonando, «Two Angels», «Take Me with You (When You Go)», «Blue», «I’d Run Away» o «Miss Williams’ Guitar» a cada cual más calurosamente recibida. Aunque con una contención similar a la de la propia banda, que se mostró simpática y pareció haber buena química entre ellos sobre el escenario, pero no son precisamente un jolgorio, aunque en momentos puntuales como el cierre de «Bad Time» consiguieran hacer bailar a la mayoría de la audiencia. Son lo que son y como tales, cumplieron con creces, su sonido americana repleto de melancolía no engaña a nadie y tienen un cancionero tal que pueden dejarse fuera muchas grandes canciones.

LA INCOGNITA DE MINNESOTA 

Y finalmente quedaba Soul Asylum. Lo de los de Minneapolis era una incógnita del tamaño de una catedral. La banda tuvo su pico de popularidad en los 90 y apenas un disco llegó a tener repercusión por estos lares. Desde entonces casi habíamos tenido más noticias de ellos por fallecimiento de algún miembro de la banda que por sus éxitos musicales. De modo que el miedo y las ganas se juntaban en la incertidumbre. Eso en nuestro caso, ya que entre la audiencia se ve que a bastante gente el nombre le decía más bien poco y decidió marcharse.

La primera sorpresa llegaría con la banda. En formato cuarteto, reconocimos rápidamente a su cantante y frontman David Pirner, por el cual los años no han pasado demasiado, con su melena lacia y vestido de nuevo con sus vaqueros más harapientos para la ocasión, un auténtico comeback estético a los tiempos del «grunge». No estamos seguros de si el guitarrista formaba parte de la banda en su día, pero el color de piel de bajo (lamentablemente no era Tommy Stinson, que forma parte de la banda cuando no anda con Guns N Roses) y batería les delataba como nuevas incorporaciones. Investigando un poco descubrimos que el voluminoso batería estuvo en la banda de Prince.

Pero como decimos, tampoco hemos seguido al dedillo la trayectoria de la banda, esto era lo de menos, el repertorio era lo interesante. Así arrancaron con temas nuevos y la formación se mostró solvente aunque incapaz de conectar con la audiencia en general. Cuando sonaron unas muy efectivas «Misery», «Black Gold» o sobre todo «Without a Trace» y observamos que la reacción del público no variaba demasiado la cosa estaba clara, pocos fans de la banda había entre el público. Nos preguntamos qué tipo de sala llenarían Soul Asylum en Bilbao por sí solos y seguramente no llegaría a un cuarto de capacidad de La Casilla, siendo generosos.

Todo esto no importaba a un sonriente Pirner, que parecía contento de estar ahí y tocar ante tanta gente. Puede que no fuera una banda de lo más estable en el tiempo, pero se lo pasaban bien tocando, qué duda cabe y eso se transmite. Y puede que no fuera un concierto de los que hacen época pero fue entrañable y aunque sobraron algunas baladas (más que nada para cerrar un festival a esas horas), nos dimos cuenta que la banda tiene temas nuevos muy solventes como «Gravity» o «The Streets» y vibramos al ritmo de la canción que todos querían oir, «Runaway Train», la trepidante «Somebody to Shove», la versión de «Your Generation» de Generation X o el positivista cierre, muy acorde a la razón del festival, «Stand Up and Be Strong».

Lo que nos dejó descolocados fue el bis relámpago (versión de Suicide Commandos) que hicieron para irse corriendo cual niños traviesos. Así, terminó de forma un poco atípica un festival también atípico en el buen sentido y que, si se repite con similares ingredientes, recomendaremos encarecidamente.

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29 de septiembre de 2012