/Crónicas///

Wind Atlas – Bilbao (09/07/2013)

7.8
La Nube, 20 personas
Precio: Gratis

Bajo el influjo del fantástico debut de los barceloneses, acudimos a La Nube a asistir a uno de esos conciertos de los que por poco ni nos enteramos. Y menos mal que no se enteró más gente porque allí no se entraba a pesar de ser pocos. O mejor dicho, no se veía. Se trata de un garito con dos pisos pero con una enorme columna que reducía notablemente la visibilidad. Incomodidades que se aceptan con agrado ya que si los grupos tienen que tocar en bares no preparados para ello es porque en salas les es inviable. Así que un aplauso a los propietarios a la par que un abucheo para algún cliente casual que lejos de prestar atención al concierto no paró de molestar. Otros lo disfrutaron y aplaudieron, todo hay que decirlo.

En fin, gajes de los conciertos gratuitos pero es que la música de Wind Atlas necesita de riguroso silencio para apreciar su emoción minimalista. Su directo, aún con las limitaciones del marco, no defraudó y encadenaron durante unos 40 minutos diferentes temas en los que flota la melancolía y la desazón sobre resonantes patrones rítmicos a modo de requiem. No en vano se encuadran en el shoegaze más seco y fantasmagórico y el folk medieval, gótico o como se prefiera, con referentes en mayúsculas como Cocteau Twins o Dead Can Dance. Fue un bonito detalle que lo reconocieran con tal naturalidad que incluso interpretaron «Song to the Siren», ese clásico de Tim Buckley pero siempre desde el mismo filtro 4AD de This Mortal Coil.

Fue, sobre todo por su arrebatadora fuerza melódica que ha aguantado el paso del tiempo, uno de los momentos del recital e interpretado a la altura. Pero junto al que no desentonaron sofisticadas joyas de su propio repertorio, desde las que ostentan melodías más ‘pop’ como «Hoax» a las que se centran en el diabólico poder de la instrumentación ambiental como «Hidden Valleys». Hubo tiempo para la ensoñación y belleza emanada de la narcótica voz, otros de molesta crispación ante los silencios (a menudo no respetados) o las marcadas escaladas de bombo, pero sin duda creando un todo muy especial y eso pese a la ausencia de orquestaciones que tanto revisten una propuesta como la suya.

Para ser honestos, el disco es tan bueno que sólo un concierto fatal me hubiera podido llevar a desestimar al cuarteto. Y estuvo más que bien en realidad, de modo que ahora sólo toca esperar a que les llegue el reconocimiento para afirmar con orgullo ‘true’: «Pues yo les vi en La Nube». Porque les tiene que llegar.

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9 de julio de 2013