/Crónicas///

willis drummond – Bilbao (10/01/2013)

8.2
Kafe Antzokia, Lleno
Precio: 6 €

La escena crece. Y vaya como crece. Llenazo del Kafe Antzokia para ver a dos grupos, que dentro de lo pequeño que es el entorno de Euskal Herria casi podemos calificar de locales, por mucho que Willis Drummond tengan el DNI francés. Se repetía la escena que hace más o menos un año enfrentaba a ambos grupos en la misma sala, alterando el orden de los factores. Esta vez eran Cobra los que calentarían para unos Willis Drummond que les ganan en reconocimiento y cuyo «A ala B» ha ratificado como uno de los grupos con más proyección del rock alternativo actual.

Y la verdad es que cuando Cobra empezaron el lleno era más bien modesto, pero vaya si se fue animando la cosa a ritmo de temas nuevos y viejos. La inclusión de estos nuevos temas contribuye a hacer más ameno su repertorio. Incluso quien no fuera el mayor fan de su hard-rock sureño pudo disfrutar con esos guiños al celuloide en la escalofriante «Twin Peaks» con las luces al mínimo, esa esquizofrénica «The Godfather» que nos hizo acordarnos de Mike Patton y con el simpático detalle del organillo de juguete al final o los dramáticos compases de batería que abren «2001: A Space Odyssey» para los que salió el batería de Willis Drummond a dar algo más de ambiente.

Otros por el contrario, empastaron muy bien con esa tradición de la banda a camino entre Down, los Soundgarden más brutos y unas gotas de Faith No More. Los primeros sobre todo continúan siendo una referencia ineludible y Phil Anselmo sin duda la figura con la que comparar garganta y actitud de su vocalista Haritz, aunque como decimos cada vez hay más ingredientes en el asunto.

Aparte de estas novedades, los puntos álgidos vinieron de temas que nos engancharon desde la primera vez que los conocimos, como la atmosférica «Miyagi», la oda stoner al whisky «Crossroads» y como no, aquel primigenio single, «Life is too short to drive Slowly» que sin duda fue el que más pasiones levantó. El público podría haber estado más encendido y el frontman no escatimó en pedir acercamientos y bajar a pie de oyente a animar el asunto, pero darlo todo en un concierto así es un trabajo duro de headbanging continuo y los jueves, por mucho eslogan crápula del que tiremos, siguen siendo los viejos jueves. Y todavía esperaba la segunda banda de la noche.

Y es que Willis Drummond son mucha banda. Cada vez más embebidos del espíritu de Pearl Jam y con un Kafe Antzokia hasta las trancas nos dió la sensación de que estábamos no ante esa banda a la que hemos visto en fiestas, gaztetxes y otros modestos aforos, sino ante una banda de rock de estadio. Y es que las vetas de los citados Pearl Jam que tanto salen a relucir en los temas de su último trabajo («Memperatzen Dut» o el tremendo sabor clásico de «Berantegi») son cada vez más fuerte y se asocian también a la solidez rockera de unos AC/DC, por ejemplo.

Una banda tan engrasada y rotunda como siempre y posiblemente todavía por acostumbrar a recintos grandes tan llenos, aunque siempre cuenten con ese simpático bajista animando ente canciones. Y es que con los llenos también vienen los públicos variopintos y mucha gente que está por estar, gajes del oficio. La entrada a 6 euros es fácil que también tenga que ver y en estos tiempos de crisis termina por conformar un concierto de lo más atractivo para todos los públicos.

Les costó empezar a desgranar este nuevo disco y antes tendríamos una selección de sus dos obras previas, otro tic heredado de los de Seattle esos setlists cambiantes e imprevisibles. Tanto que hasta llegaría a sonar un tema de su «Anthology». Tengo que decir que sus discos posteriores no han conseguido igualarse al homónimo en mis preferencias, pero esta es una sensación que jamás acusan en directo. Los nuevos temas ya sonaron al mismo nivel de, por ejemplo una «Haustura» y quedó claro que sólo el paso del tiempo les dará a «A ala B» o «Anai» ese aire de clásicos que otros temas suyos ya tienen.

Las comparaciones pueden ser odiosas pero con todo a su favor, cada vez parece más claro que estamos ante el relevo generacional de Berri Txarrak. ¿Llegarán a crecer tantísimo como estos? Esa historia está aún por escribir.

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10 de enero de 2013