/Crónicas///

Sheepdogs, The – Bilbao (04/10/2013)

Ewan Currie, Leot Hanson, Ryan Gullen, Sam Corbett, Shamus Currie
8.0
Azkena, Completo
Precio: 16/20

Quién diría que a estas alturas nos encontraríamos con un grupo de rock clásico de moda. Pues si, The Sheepdogs están de moda. No de una moda prefabricada de estas que abundan en la música, sino de una construida por los propios fans e Internet a base de boca a boca. Y principalmente por ellos, claro. Siempre lo decimos y esta vez no ha sido excepción. El rotundo paso de los canadienses por el Azkena les traía ya en calidad de triunfadores, de banda que todos en el mundillo quieren ver, ya sea por repetir o por lo bien que le han hablado de su bolo en el festival. Y si ya pasó en Madrid, la Azkena también se llenó, con la incomodidad que supone.

Directos a lo musical, primero salieron los gallegos The Soul Jacket, practicantes de un southern-rock bailable, con trazas de soul. Al principio dio la sensación de buena música pero banda paradilla, especialmente un frontman que para ese estilo necesita animar mucho al público. Como si nos leyera el pensamiento, a partir del tercer tema o así, comenzó a desatarse más y acabó haciendo al público cantar. Con esta tónica cerraron un concierto corto dejando un buen sabor de boca, aunque tampoco demasiado duradero.

Como la sala estaba como estaba y la expectación era grande, pocos se atrevieron a abandonar sus puestos. Si acaso usaron el tiempo entre cambio de grupos para ir al baño o pedir, a sabiendas de lo dificil que iba a estar el movimiento una vez comenzado el concierto. Para cuando salieron The Sheepdogs ya éramos todos un compacto bloque humano, bastante más apretados que ellos sobre el escenario, que tampoco es que fueran sobrados de espacio. Basándose en su último disco pero con unos cuantos vistazos a «Learn & Burn» empezaron a demostrar como esa colección envidiable de canciones que llevan escritas crecen en directo, tendiendo puentes entre el rock sureño y la psicodelia.

Más contundentes pero manteniendo ese punto fuerte que tienen en las melodías vocales, se ganaron al público desde el primer momento sin demasiado esfuerzo y dio la sensación de estar viendo lo que queríamos, una banda en estado de gracia, muy probablemente llamada a hacer grandes cosas y sin duda a sobrepasar con creces aforos como el que les ocupaba. La sensación de su directo fue que expanden sus horizontes, sonando más duros cuando hacen rock, más pop en los estribillos y muchop más psicodélicos y hasta progresivos en algunos de los mejores momentos del concierto con interminables jams a dos guitarras. La nota de color la puso en la primera parte del concierto el teclista cogiendo el trombón mientras el frontman Ewan Currie, se sentaba a las teclas.

La banda borda en directo sus diferentes registros desde los hits sureños como «It’s Alright» hasta el glam-rock de «Feeling Good». En ocasiones me venía la sensación de estar ante una especie de QOTSA del southern-rock. Entiéndase, por lo variado y excelso de sus composiciones y no como comparación directa. Aún con todo, es indudable que algunas influencias, como Lynyrd Skynyrd o The Kinks son denominador común. Y claro, lo mejor recibido del repertorio, temas recientes que ya suenan a clásicos como «I need Help» o «How Late How Long».

Ellos estuvieron simpáticos sin pasarse y comunicativos sin dar la brasa. Alternándose cantante y bajista el rol de portavoz, dejaron claro lo que se intuía; que están encantados que estaban de pisar tierras vascas tras su paso por el festival y que la gira española estaba siendo un éxito. Así que una hora y veinte minutos después, la satisfacción del público era patente. Única pega del concierto, los sempiternos problemas de una sala-pasillo como la Azkena, cuyo aforo máximo para conciertos debería ser notablemente más reducido porque por experiencia sabemos que el concierto que se vive en primeras filas y el que se vive de la mesa de sonido hacia atrás, son realidades bien distintas.

 

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