/Crónicas///

Prodigy – Madrid (28/10/2004)

Liam Howlett, Keith Flint. Maxim Reality
9.5
La Riviera, Lleno
Precio: 20 €
Géneros: , ,

The Prodigy son una de las bandas nexo de unión entre culturas musicales. Lo mismo le gustan a un punkie que al mayor gafapasta del reino, que a un bakalaero o a un numetalero rastoide de última generación. Son una banda que se remonta al año 1.989 cuando un hip-hoper como Liam Howlett, verdadera alma mater del grupo se sintió atraído por todo el fenómeno rave de la época. Empezó a pinchar en raves playeras y junto a Leeroy y a Keith como bailarines, decidieron darle forma al proyecto The Prodigy, al que más tarde se uniría el MC, Maxim Reality. Del lanzamiento de “Charly” con el empleo de sampleados de voces infantiles, que tuvo hasta sus imitadores, el éxito en el 92 de “The Prodigy Experience” que alcanzó los primeros puestos en las listas británicas, pasando por el ya número uno en el 95, “Music for the jilted generation”, hasta la absoluta eclosión en el 97 con el éxito de ventas y crítica “The Fat of the Land” ya sabemos todos. Desde entonces y hasta este año, sólo ha habido silencio interrumpido por el lanzamiento del álbum de mezclas “The dirtchamber sessions Vol I” en el 99. El tan esperado nuevo álbum de la banda “Always Outnumbered Never Outgunned” la verdad es que no colma ninguna de las expectativas creadas por una banda con una trayectoria tan mítica en el mundo de la electrónica. Las canciones se basan en buenas ideas, pero la excesiva repetición de ritmos hace que los nuevos temas, al que escribe, le lleguen incluso a aburrir.

Y bajo esta perspectiva se presentaban de nuevo en Madrid, en la sala La Riviera , con la baja ya anunciada al haber abandonado la banda de Leeroy. Las cosas en inicio pintaban mal. La apertura de puertas para el concierto estaba anunciada para las ocho y nosotros que estábamos a media cola, no pudimos entrar hasta las nueve, con la mitad del público todavía fuera. Además para telonear se eligieron a dos DJs que no es que fueran malos, sino que estaban completamente fuera de lugar. El caso es que encima a uno se le averió el plato en el comienzo. Sonaron bien, pero la actuación por encima de la hora, cuando el concierto de The Prodigy estaba anunciado para las ocho y media, se nos hizo muy larga y la gente comenzó a impacientarse, ponerse nerviosa, gritar lo de fuera, fuera… y los abucheos y silbidos fueron una constante en el final de la actuación. Una pena por ellos, pero era lo que había.

Y fuera por el cansancio, fuera por méritos de The Prodigy, el caso es que cuando saltaron a escena, la llena hasta la bandera La Riviera , se puso al unísono a botar con los primeros sonidos de la Intro que precedía a «Wake Up Call», con la manera que tenían de sonar los bajos y la manera de animar tanto de Maxim y Flint y la de escupir las estrofas del primero. Es para estar allí para sentir como sonaba aquello, traspasándote el cuerpo y ver como todo el público a una se ponía a bailar.

Luego vino «Warning» en la misma línea, aunque algo deslucida, porque la voz de Keith Flint se veía superada por la música. En «Their Law» pudimos escuchar acordes de guitarra en directo (durante todo el concierto también hubo batería, aunque era en ocasiones difícil distinguirla entre toda la maraña de sonidos), recuperando a Maxim en la voz, tremendamente más efectivo tanto por carisma como por voz que Keith Flint, que era mucho más de posturas de cara a la galería y con peor voz que Maxim. De hecho yo eché mucho de menos todo el concierto a Leeroy, menos conocido que Flint por el tema de los videos del «The Fat of the Land», pero mucho mejor bailarín y mejor animador.

A continuación el concierto bajo un poco la intensidad (altísima todo el concierto) con «Spitfire» y «Girls», y «Breathe» no sonó todo lo bien que debía haber sonado para ser la canción emblemática de la banda. «Medusa’s Path» fue la siguiente con el público volcado y luego vino la versión de «Hot Ride», y digo versión, porque no es el mismo tema en la voz de Keith Flint que en la voz de Juliette Lewis, aunque en partes se metiera el sampleado de su voz. Después sonó «The Way It Is» que aunque Maxim puso toda la carne en el asador, con el carisma tan increíble que emana este tío, no deja de ser una canción de relleno, para contrastar con el tema que más alucinantemente sonó de la noche y que fue «Mindfields», interpretado nuevamente por Maxim. Para cerrar la primera parte y lógicamente metieron el tema que les dio a conocer en España y que es «Firestarter».

Y cuando salieron a hacer los bises, después de todo el sudor y el cansancio acumulado, escucharte de una tacada «Poison» y «Smack My Bitch Up», sólo puedo considerarlo como apoteósico. Debí perder como tres kilos en el concierto

Howlett permaneció en la sombra manejando los hilos del cotarro, Maxim derrocho carisma con esa mirada extraviada y los movimientos de artes marciales en las subidas de las canciones y Flint, pues bueno, es Flint, mal cantante, buen animador, sólo estuvo en escena en torno a la tercera parte del concierto, pero en definitiva, es la imagen que se nos ha vendido del grupo, aunque los que corten el bacalao en escena sean Howlett en cuanto a música y Maxim Reality en cuanto a llevar el peso de la voz todo el concierto.

Increíble toda la “experience”, increíble el público (el mejor que he visto en tiempo) e increíble el sonido desarrollado por la banda, pero aunque mucha gente comparara este concierto con un concierto de rock, hay que recordar que en torno al setenta por ciento de lo que suena en el escenario sale pregrabado y Liam Howlet sólo tiene que elegir el momento preciso en el que lanzarlo, lo cual, sin duda, le resta merito a lo que suena, pero como lo que suena, suena increíblemente bien, ¿quién era el que se iba a acordar de ese detalle durante el concierto? Yo desde luego que no y por lo visto en La Riviera la gente durante la hora y veinte minutos del concierto disfrutaron como verdaderos posesos. ¿Cuánto tiempo habrá que esperar para volverlos a ver por España?.

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28 de octubre de 2004