/Crónicas///

Primavera Club – Madrid (23/11/2011)

4.2
Joy Eslava y Siroco, Varios aforos
Precio: Varios precios

Si la primera jornada salíamos encantados con el gigantesco recital de Charles Bradley en la sala Caracol, la segunda jornada pintaba algo menos interesante. Tendríamos nada menos que seis bandas, solapadas en parejas de dos entre la sala Joy Eslava y Siroco, apenas separadas por 10 minutos de caminata y por la Gran Vía.

Había propuestas muy diversas en estilo pero el resultado final fue de lo más poco fructífero, rozando el amauterismo más aburrido en todo el tramo final (por lo visto y escuchado a los colegas que fueron a los conciertos no explicados aquí, los casos de Spectrals y Aliment fueron similares).

LOS ETERNO

Fino ha decidido retomar Los Enemigos en 2012, pero mientras tanto continúa divirtiéndose creando atmósferas con su nueva banda, acompañado de nuevo de su inseparable Cristina. La Joy Eslava no presentó una corta entrada hasta casi la mitad del show, pero eso no fue impedimento para que un par de grupúsculos del público consiguieran ponerse a charlar y fastidiar todo lo posible. El juego de intensidades de Los Eterno es clave en su idea de psycho-postrock-experimental plagado de teclados y de líneas de bajo gruesas y teclados cortantes, así que a veces nos fastidiaron el clímax.

Cambiaron los instrumentos multitud de veces, variando ciertamente su estilo y la propia calidad de las ejecuciones, logrando alternar lo suficiente un repertorio que parecía les iba a quedar muy repetitivo. Sonar a los murcianos Schwarz, a Stereolab, a Neu! y hasta a los Slint más ambientales es digno de aplauso, pero más es saberlo hacer tan bien y de una manera tan espontánea.

FURGUSON

El paso en falso de Furguson en Siroco podemos achacárselo a muchas cosas, pero creo que sobre todo fue el hecho de tocar tan prontito. Supongo que su música dará más juego con la noche más entrada, como por ejemplo pudiera ser la del viernes o el sábado en el Círculo de Bellas Artes, pero desde luego no dio mucho de si en su segundo paso por Primavera Club.

Vaya por delante que su mezcla de post-punk y post-hardcore los hace muy interesantes en disco, pero en vivo no tuvieron mucho que aportar. El concierto fue muy plano y soso, con una banda que derrochaba apatía y pasotismo, con la excepción de su brillante baterista. Pero bueno, son jóvenes y tienen buenos temas, así que lo arreglarán con el tiempo.

R. STEVIE MOORE

Visto que Furguson aburrían pasamos al plan B de olvidarse de Aliment e ir a ver al «padre del lo-fi», concepto que no termino de entender del todo pero que en los 80 supongo si tendría cierto sentido. El concierto daba pavor a los no excesivamente seguidores del género, pero el hecho de que viniera con banda nos llegaba a motivar lo suficiente para dar una oportunidad a Moore.

Allí estaba él, una especie de Papa Noel vestido con pijama y blusa de mujer haciendo de las suyas. Siempre que la banda (batería y guitarrista, bastante buenos por otro lado) apareció en escena el concierto mantuvo el tipo y el hilo conductor, pero en cuanto a Stevie le dio por quedarse sólo me produjo el mayor de los aburrimientos. Charlas sin gracia, alaridos aturdidores y de todo menos diversión.

Escuché a gente decir que si su virtud es esa espontaneidad o esa acidez, pero desde luego no se le puede aplaudir por cantar y tocar la guitarra así, por llevar ese rol alocado de una manera estudiada y por hacer chistes de tan dudoso gusto. Sigo sin entender nada del fenómeno, la verdad, pero en Primavera Club afortunadamente hay para todos.

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23 de noviembre de 2011