/Crónicas///

Pony Bravo – Bilbao (08/03/2012)

Daniel Alonso, Pablo Peña, Darío del Moral, Javier Rivera
8.5
Azkena, Medio
Precio: 10/12 €

Pony Bravo se acercaban por fin a Bilbao para presentar su segundo trabajo «Un gramo de Fé» y lo hacían sin teloneros, como único reclamo en una noche de fútbol y otro concierto local muy cercano. Hora anunciada en unos sitios 21:00, en otros, 21:30. Vamos, que salieron a las 22:00, la historia de siempre. El cuarteto invadía el escenario, destacando el look del bajista Pablo Peña con una colorida camisa holgada y desabrochada y un gorro en el pelo.

La cosa comenzó a rodar con «La Voz del Hacha» y desde el principio pudimos comprobar como, por arriesgada y poliédrica que sea la propuesta de los sevillanos, tienen el directo dominado. Todo suena en su sitio y la voz de Daniel Alonso se muestra tan auténtica como en disco y cumple a las mil maravillas. Los bajos potentes, los guitarrazos y teclados psicodélicos, todo está en su sitio -en su perfecto lugar, que diría su alter ego musical-. Pero la cosa sólo estaba calentando y el público familiarizándose con ese crisol musical tan abierto de la banda, con climas que van del trance más profundo al baile.

Una «Super-broker» dedicada a Teddy Bautista empezaba a dar muestras de una estupenda comunicación con el público que no iría sino creciendo a lo largo del concierto, gracias sobre todo al gran sentido del humor de la banda. Así, tan importantes como el ardiente clima andalusí de la excelente versión de Manolo Caracol «Ninja de Fuego» (niña en la original, claro) o el contagioso groove de «Noche de Setas» eran las explicaciones de la banda sobre las anécdotas con la policía en el «Pumare-Ho», que nos metió en una pequeña suite reggae-dub junto con «El Guarda Forestal».

No es que cayeran demasiadas de ese primer disco y menos aún de las interpretadas en inglés, que carecen de la gracia de ese cultivado acento andaluz que visto lo visto, es apreciado en todos los rincones de la península. Se salvó de la quema «El Baile» por méritos propios y también en el idioma de Shakespeare cayó una animada versión de Beat Happening. Y es que la exploración musical del cuarteto se mueve por aguas muy diferentes y la inclusión en el set de su colaboración con Za! «Ouija Fest», recitando nombres de tantos y tantos genios caídos da una ligera idea de ello. Entre una cosa y otra, la cosa fue avanzando cada vez con mejor comunión con el público, entre el cual había bailes, miradas de estupor para bien y quién no hizo caso a la moraleja de «Noche de Setas» y pareció llevar más dosis de la aconsejada para un concierto en jueves.

Los últimos momentos antes del bis tenían una traca de «hits» guardada. Para empezar su ya universal «La Rave de Dios» que desató un poco la locura, pero se quedaría corta frente a lo de «Rayo» con ese extra de percusión (un bombo al frente del escenario cumplía en los momentos de mayor énfasis rítmico) y su pegadiza lírica. Nos decían que terminaban porque «eso pone en el papel» y se despedían a lo grande con la extraña comunión natural de «El Campo Fuí Yo» llena de coloridos sintetizadores sobre un patrón muy kraut y que ganó mucho en directo.

Se fueron al backstage y claro, enseguida tuvieron que volver para interpretar un tema sorprendente y dicho esto para una banda como Pony Bravo no es tontería. Sorprendente porque la interpretó vocalmente su guitarrista (a veces bajista, ya que se intercambiaban los roles). Y también por su temática festiva y desprovista de la coartada «experimental» que tienen la mayoría de temas de la banda. Desconocemos si era un tema propio o versión, porque desde luego a la banda se la vio disfrutando tocándola como la que más del repertorio, entre risas varias. Para seguir este clima más animado tenían en la recámara el caleidoscópico baile de «China da Miedo».

Pero mención aparte merece el final con la inédita aunque ya conocida por sus directos, «Mi DNI», imprescindible desde ya en su cancionero lleno de mezcolanza. Su radiografía de la escena indie por medio de su protagonista plumilla musical narrado por Pablo Peña nos lleva a esbozar una sonrisa de comienzo a fin de la canción. Así con este impacatante y gracioso rap/spoken word pusieron punto final de un concierto que finalizó con la banda haciendo la reverencia al público. Triunfantes, vaya.

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8 de marzo de 2012