/Crónicas///

NOFX – Barakaldo (17/04/2011)

Fat Mike, El Hefe, Eric Melvin, Erik Sandin
7.0
Rock Star Live, 3/4 de sala
Precio: 27 € + gastos

No sabemos que sucedió el pasado domingo, pero por primera vez en lo que va de apertura nos acercamos a la Rock Star Live barakaldesa más o menos calculando la hora de retraso mínima que suele registrar y el concierto había comenzado. Inaudita situación que hizo que nos perdiéramos a los teloneros, cuya mezcla de folk-rock y bluegrass hubiera estado interesante ver. En cambio si que pudimos disfrutar de Teenage Bottlerocket, otra de las bandas que giran con NOFX porque editan en Fat Wreck Chords o viceversa. Y es que los intereses hay que cuidarlos. Curioso por cierto, lo de poner 3 bandas en el cartel de su propia escudería y ver a decenas, si no cientos de fans haciendo tiempo fuera de la sala.

El citado cuarteto practica un punk-rock muy melódico y heredero de los Misfits y como no, del resto de posteriores padrinos del skate-punk californiano. Para lo visto que está este panorama, no vamos a decir que sonaran originales, de esto ni un ápice, pero desde luego tenían canciones, melodías para corear, sonaron bien. Suponemos que a Fat Mike le interesa crear fans de las bandas de su sello, antes que caparles el sonido para conseguir el consabido efecto de que el cabeza de cartel suena arrolladoramente mejor que los teloneros. Algo les faltaría para labrarse entidad propia, pero a estas alturas el hardcore melódico es como el heavy metal, hay bandas que siempre lo practicarán y fans que lo consumirán, así que bienvenidas sean las bandas competentes.

Para cuando NOFX, tras unos ajustes de sonido a todas luces excesivos para una banda de su simpleza y que alardea de punk-rock, salieron a escena, ya todo el mundo entró en la sala, que registro un lleno en torno a los tres cuartos, nada mal para ser un noche de domingo. La banda comenzó entonces un setlist salpicado de comentarios chistosos de la banda, encabezada como no por Fat Mike. El setlist alternó desde el primer momento viejos hits con temas modernos que sin duda fueron un exceso. Así de «We Called it America» íbamos a «Leave it Alone» y nuevos temas formaban la senda que llegaba a los tonos jamaicanos de «Eat the Meek» con El Hefe manejando el groove.

«Murder the Government» fue un breve e intenso buen momento antes de llegar a «Stickin In My Eye». Y es que Fat Mike se encontraba muy contento de que la gente recibiera bien cada uno de los temas nuevos, diciendo cada dos por tres que todas eran grandes canciones. Claro, la gente iba a pasarlo bien, especialmente los dispuestos a bailar en el pogo y hacer crowd-surfing desde el minuto cero, pero realmente había una diferencia. El insigne tema de «White Trash Two Heebs and a Bean» encendió a la gente de verdad, hasta el punto de que la banda preguntó, tal vez en broma, si queríamos oírla de nuevo y ante la reacción positiva, empezaron a tocarla hasta que el guitarrista Eric Melvin abortó la operación.

No es que el cuarteto haya evolucionado mucho en este tiempo, pero sorprendió que tuvieran a un teclista para momentos puntuales como «Franco Unamerican» o «Mattersville», temas correctos sobre todo la primera, pero que poco tienen que hacer ante las páginas fundamentales del género que escribieron en su día. Y es que, por raro que parece cualquiera diría al comparar en directo, que los californianos lejos de madurar, cada vez tienen composiciones más planas. Dedicaron un «Fuck the Kids» curioso, a un público el suyo que no deja de renovarse o interpretaron «Radio», original de Rancid que ya suena en su repertorio no sólo como suya, sino como uno de sus mejores clásicos.

«Linoleum» fue sin duda otro de los momentos más gloriosos del repertorio, tan esquivo con sus mejores discos, los de los primeros 90. Y con él dejaron el escenario para volver con la velocidad de «The Desperation’s Gone» y la tensión de «Bottles to the Ground». Por suerte aún guardaban algunas perlas. «Perfect Government» fue fácilmente el momento más coreado de toda la noche y la última gran descarga de adrenalina. Después y tras una incomprensible, aunque algo sesgada elección del público, tocaron «Cokie the Clown» uno de sus más recientes éxitos y finalizaron la fiesta con el regreso al reggae de la insigne «Kill All The White Man», un cierre muy bueno. Mucho mejor que el teatrillo con el que banda y técnicos se despiden después que parece una forma de rellenar minutos de actuación un poco estúpida, pudiéndose tocar una o dos canciones más en ese intervalo de tiempo.

En suma, podemos decir que NOFX dio un buen concierto, al menos con todo lo que se puede requerir a una banda de su pelaje. Canciones bien ejecutadas, conexión con el público, fiesta y cachondeo. Pero lo que sucede es que NOFX sin «Bob», sin «The Brews», sin «Lori Meyers», sin su peculiar versión de «Straight Edge», sin «Don’t Call Me White» y tantas otras, no son sino una banda de punk-rock melódico más. Y escogiendo así de mal sus setlist, ni siquiera parecen de las mejores.

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17 de abril de 2011