/Crónicas///

La jornada inicial la comenzábamos con visitas obligadas a los escenarios techados de los pabellones, con una incómoda coincidencia entre las actuaciones de DIIV y Woods, seguramente entre las más interesantes de todo el cartel. Dada la mala experiencia del concierto de The Kills el primer día temíamos lo que iba a suceder, pero por suerte su casi solapamiento con el inicio del concierto de Neil Young evitó problemas. Antes de todo esto dimos un breve vistazo a lo que Gary Clark Jr. tenía que ofrecer encima del escenario grande. Parece que a pesar del sol y del calor, el bueno de Gary conseguía contentar como telonero virtual de Neil Young tirando de blues.

Volviendo a los escenarios bajo techo, DIIV no consiguieron una mala entrada pero sobre todo si que consiguieron un sonido muy bueno aprovechando el peculiar sonido que rebotaba en las paredes del mini-pabellón de tenis. El repertorio se centró mayormente en su reciente trabajo “Is The Is Are”, manteniendo uniforme su propuesta de psicodelia dreampop para todos los públicos. Se puede decir que los que conocemos su discografía nos fuimos contentos al siguiente concierto, pero además que los curiosos que estaban de paso disfrutaron bastante. Pena que en el pabellón de al lado, en el grande (escenario 3) teníamos la propuesta de sus vecinos neoyorquinos Woods ya comenzando. 

En este caso la formación capitaneada por Jeremy Earl habría encajado muy bien en los escenarios grandes justo antes de la actuación de Neil Young, ya que queramos o no al final estilísticamente su folk psicodélico encajaba muy bien. Aun así tuvieron su público, sobre todo en la primera mitad de su concierto, pena que a partir de ahí la gente emigrase en masa para llegar a tiempo a ver a Neil Young. En cuanto al repertorio hubo mucho tiempo para “City Sun Eater in the River of Light”, pero no se olvidaron en absoluto de temas tan redondos como «Leaves Like Glass» o una preciosa «Cali In A Cup». Muy buen concierto, no hay mucho más que hablar.

Para cuando el concierto de Woods había acabado, el abuelo Young ya estaba con su acústica y su piano comenzando su show de más de dos horas. Por eso un servidor se perdió temas básicos como “Heart of Gold”, “After The Gold Rush” o medio “Needle and the Damage Done”, pero la verdad es que todo se antojaba demasiado denso para empezar el show. Aun así parece que el público intentó conectar desde el principio con el show, no sólo los acólitos seguidores, sino el público más casual. Fue complicado, pero en seguida retomó cuando ya los chicos de Promise of The Reel y el canadiense le dieron el contrapunto eléctrico. Deliciosas versiones de temas como “From Hank To Hendrix”, “Winterlong” o “Alabama”, pero sobre todo es a partir de los perfectos veinte minutos de “Down by the River” cuando Neil Young se metio en el bolsillo a su público (seguramente al seguidor casual le costó algo más). Luego ya poco podemos decir de clásicos de Crazy Horse como “Mansion on the Hill”, excelentes versiones como la de “Like A Hurricane” y el tradicional momento de levantar el puño al son de “Rockin’ in The Free World”. Así se suponía que debía acabar un concierto que había pasado de las dos horas (el espacio destinado para la actuación de Young), pero el bueno de Neil pareció encantado con la respuesta madrileña y se lanzó de lleno con un “Love and Only Love” extenso y tan impecable como el resto del concierto. Así da gusto.

Inevitablemente lo de Neil Young era un lastre complicado para cualquiera del resto de conciertos que quedaban, pero ni Biffy Clyro ni Two Door Cinema Club pudieron estar a la altura en ningún momento. Es cierto que lo de estos chicos en cuanto a entrega es sensacional (siempre destacaron y destacarán en eso), pero siguen perdiendo muchísima enjundia cuando les vemos delante de un público masivo. Por si esto fuera poco, de su repertorio apenas podemos  subrayar las tres canciones que tocaron de “Puzzle” (“Living is a Problem Because Everything Dies”, “Machines” y “9/15ths”. Lo de sus vecinos Two Door Cinema Club pues ya se sabe: indie-rock con estribillos pegadizos, dos o tres hits para que la chavalería salte y para casa pensando en que esperemos haya muchísimos más Mad Cool en la capital.

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18 de junio de 2016