/Crónicas///

Kurt Vile – Bilbao (22/08/2014)

8.0
Kafe Antzokia, 3/4 de sala
Precio: 15

La actuación de Kurt Vile y sus Violators dentro de la programación de Aste Nagusia de Kafe Antzokia prometía ser un soplo de aire fresco a unas alturas de fiesta en las que el cansancio hacía mella y los servicios de limpieza ya no daban abasto para quitar el olor a mugre de las calles de la ciudad. Unos momentos para dejar al lado el ruido de las txoznas y sumergirse en el folk-pop del artista. ¿O deberíamos decir rock lofi? Petty y Young están tan presentes en la música del de Philadelphia como Pavement, Dinosaur Jr. y claro, contemporáneos como Real Estate o Ty Segall.

Llegaríamos, apenas nos dejara el colapso postfuegos en la ciudad, a presenciar a uno de esos teloneros cuyo currículum se vende solo. Se trataba de Mick Turner, guitarrista de un bastión del post-rock como son The Dirty Three, a su vez ramificación de los Bad Seeds. Acompañado de un batería a la altura de su destreza (al parecer un ex de The Drones) se dedicó a ejecutar temas que miraban al post-rock desde una forma abstracta y ruidosa, pero también empática y emocional. Una propuesta mucho más atrevida que la de Vile (que estaba con su banda viéndoles entre el público) dadas las festivas circunstancias y que sin embargo fue acogida con bastante buen talante. Su hipnotismo se contagiaba.

El de Kurt Vile es un show que nunca cometería el error de juzgar por el repertorio que tocaron. En su mundo de pop nublado y resaca fumeta nada es lo que parece, un single dura casi 10 minutos y la tensión eléctrica sube y baja hasta convertirse en pura acústica. Lo que sí puede decirse es que Vile confía en una carrera sólida y no se deja llevar por el éxito presente, ya que si bien abrió con un tema celebrado como «Waking on a Pretty Day» y «Kv Crimes» tampoco tardó, hubo tiempo para momentos no sólo de «Smoke Ring For My Halo» sino también del algo más oscuro «Childish Prodigy».

Escudado en una banda que, salvo por el rubio bajista, casi podrían formar clones suyos y tras algún leve problema de sonido inicial, llevaron a cabo con espontaneidad un concierto en el que los mimbres fueron más rock, que pop o indie. Pero está claro que había unos efectos y reverb impropios de estadios, así como una actitud natural, quizá demasiado, sobre el escenario. En ocasiones daba la impresión de que el protagonista principal estuviera en un ensayo y hasta sorprendía la ¿tímida? manera en que se refería de vez en cuando al público para constatar que estaba ahí.

 

PSICODELIA TODOTERRENO

Pronto, Vile se aburrió de la saturación de su banda y se lanzó con una primera interpretación en solitario de «Goldtone» que sonó a un improbable unplugged de Sonic Youth. Tuvo que luchar con un público algo ruidoso y asilvestrado, también con «He’s Alright» en la que ya le acompañó su segundo guitarrista. Estas dos facetas de Vile se ensamblaron en su directo de una forma muy natural, gracias seguramente a que el sustrato siempre es el mismo y las buenas composiciones se imponen. Y si nos pareció ideal el marco con luz solar y al aire libre del Primavera Sound 2013, su versión nocturna en sala fue igual de efectiva.

Pero sin duda la subida de intensidad de «Hunchback» rozando con descaro el grunge, marcó un punto álgido en la recta final del concierto. Es aquí, cuando el estático Vile se desmelena, cuando podemos verdaderamente sacudirnos más que cabecear al ritmo de su música. Igual nos pasó en «Freak Train» escupiendo la herencia de Springsteen en un tema directo con una base rítmica cabezona e hipnótica. Tras estos momentos tan salvajes, supo a poco ese ensoñador cierre en clave acústico de «Too Hard». Hubiera sido maravillosa a modo de nana para irnos a casa cualquier día entre semana, pero no era desde luego lo que nos pedía el cuerpo un viernes de Aste Nagusia.

Así que, ¿qué podemos achacarle al bueno de Kurt Vile? ¿Una puesta en escena algo fría? Difícil echarle esto en cara cuando su música invita al recogimiento, aunque seguramente en su ascenso como estrella del pop tenga que buscar un medio para conciliar este background de tocar en sótanos humeantes con las audiencias a las que se encamina. Y no es que el Kafe Antzokia registrara un gran lleno, unos 3/4 que es una cifra más que digna teniendo en cuenta las fechas y conciertos gratuitos a la vez apetecibles para mucho rockero. Tal vez un par de temas más y hubiera bordado la actuación.

 

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22 de agosto de 2014