/Crónicas///

Eyvind Kang – Madrid (08/07/2012)

8.8
La Casa Encendida, unas 80 personas
Precio: 5 €

Ocho años han pasado de la última visita del genial Eyvind Kang a Madrid, en aquella ocasión regalando un estruendoso y ruidista show basado en el noise más alocado que uno pudiera echarse a la cara, algo que dejó la actuación posterior de Fantômas en algo casi fácil de escuchar. El caso que por aquel año Eyvind acababa de dar a luz su gran obra maestra «Virginal Co-Ordinates» y la cosa nos decepcionó muchísimo, ya que los preciosos paisajes sonoros construidos con cuerdas y con una progresividad emotivamente impecable no aparecieron por ningún lado, y a pesar de que es un genio del avant garde, es ahí dónde demuestra sus virtudes como geniales.

Afortunadamente su paso por la Terraza de La Casa Encendida de Madrid nos limpió de decepciones previas en seguida. Acompañado de su inseparable pareja Jessika Kenney y de solamente su viola y un instrumento de cuerda tradicional asiático, parecido al saz que también toca su colega Trey Spruance en Secret Chiefs 3, llenaron el cielo de Madrid de algunas de las más bellas y minimalistas notas que se podrán apreciar en todo el verano en la capital. El público, a pesar de que inevitablemente podría haber acusado el ir más por curiosidad que por conocimiento (5 euros de entrada y bebida barata), se mostró de lo más respetuoso con el ambiente creado por la pareja. Diría que aunque inicialmente se vieron caras de incomprensión, al final el público terminó en los bolsillos del traje del norteamericano.

Presentaban el reeditado «Aestuarium», compuesto por él y cantado por la impecable voz de ella (entre canción y canción nos explicaba de que poetas venía la letra, pero era complicado entender demasiado si no se tiene base previa) pero podría haber sido cualquier otro repertorio con el que hubieran conseguido robarnos durante una hora un pedazo de nuestra atención. Sobre todo Eyvind, claro, genio a la hora de intercalar y de crear con capas sencillas piezas tan bellas como emotivas. Una verdadera muestra de hacer música bella, de conmover y de alterar los sentidos contando con lo mínimo posible, sin contar con el talento desbordante del compositor, que no se ve a menudo.

Quizás nunca lograremos tener a Eyvind Kang con una orquesta interpretando temas de «Virginal Co-Ordinates», «Story of Iceland» o el recientísimo «The Narrow Garden», así que tendremos que contentarnos con este caramelo de casi una hora en familia. Un privilegio que está al alcance de pocos. Una noche de domingo dificilmente mejorable.

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8 de julio de 2012