/Crónicas///

Envy – Durango (31/10/2011)

Tetsuya Fukagawa, Nobukata Kawai, Masahiro Tobita, Manabu Nakagawa, Dairoku Seki
8.2
Plateruena Kafe Antzokia, 3/4 de sala
Precio: 14/17

Gran concierto el planeado por Wombat Booking para Durango. Primero, por traernos a una banda de culto como Envy a Bizkaia, en una gira de dos fechas españolas. Y segundo, por confeccionar un cartel muy jugoso, con bandas teloneras de nivel. Lamentablemente los locales Yakuzi no pudieron tocar por motivos personales, quedando así la apertura en manos de seguramente la banda con el mejor directo de Zaragoza.

Interlude son unos clásicos por Euskadi y aunque de la última vez hacía un tiempo, aquí estaban de nuevo para telonear a otro grupo japonés (no hace tantos meses lo harían con Mono, en Bilbao). Y no nos vamos a quejar, porque su directo es intenso, realza su música ágil y dramática y se nota a la banda, capitaneada por su cantante, sentir esas letras de desencanto, activismo y denuncia. Siempre a ritmo de sacudidas, de cambios solemnes de tiempo, de dinámicas interpretadas por la banda con extrema movilidad.

En su repertorio cada vez se deja más ver el castellano entre el francés que fue una de sus señas de identidad iniciales, situándoles tan en la línea del afamado screamo del país vecino. Generalmente sí que se nota que los temas en francés retienen la mayor rabia hardcore (así sonaron ya imprescindibles de su repertorio clásico como «Nostalgique De L’Ignorance» o «Contre Le Monde»), mientras que las de castellano, tal vez por el mayor énfasis en que el mensaje sea entendido, suelen tomar un cariz más reposado y melódico. O quizá sólo es que esa tendencia va con la evolución de la banda. «El Valor de Otra Ocasión Perdida» ganó por ejemplo de largo en esta ocasión a la más directa «Al Ritmo del Lucro». Y hasta parece que nos dejaron algún tema nuevo, uno de ellos especialmente reconocible sobre la opresión de Israel a Palestina.

Llegarían después Envy, de los que los propios Interlude antes se declararon fans. Y es que los japoneses son una de las formaciones de screamo/post-rock más laureadas. Tampoco es como si hubiera demasiadas bandas que fusionaran estos dos aspectos, claro. Sobre el escenario, dos guitarristas y un bajista en continuos balanceos pronto pasarían de la calma a la más furibunda de las tormentas, un patrón que dominó el concierto. Su vocalista Tetsuya Fukagawa con dos micros, uno junto a su teclado con el que solía interpretar los registros más melódicos y otro al frente en el que no paraba de volcar sus gritos.

Hay que reconocer que la música de los japoneses puede resultar monótona en amplias dosis, pero en directo resultaba muy curioso notar como una música en principio tan agresiva puede resultar bella, hipnótica y hasta relajante. Y es que la mejor definición del concierto es que Envy transforman la rabia y la frustración en una fuerza radicalmente optimista. Y esto es algo que se mantiene, desde sus temas de raíz más hardcore hasta los que inciden en el post-rock y toda una gama cromática, muchas veces sutil, que abarca un amplio espectro del rock alternativo.

Así, entre las catarsis ambientales y el ruido eufórico, discurrieron temas de sus diferentes etapas como «Worn Heels and the Hands We Hold», la marcha casi militar de «As Serenity Calls Your Name», la explosion de «Go mad and Mark» o la velocidad de «Dreams Coming to an End», estas dos últimas entre lo mejor del concierto. Y es que parece haber una contradicción en un concierto de Envy. Pese a tocar apenas una hora -más hubiera sido redundante- y que logicamente tanto la selección de temas como la comunión con el público fue creciente, tras varias canciones se acusó cierta sensación de monotonía sobre todo en el patrón rítmico de los gritos acompañando a la música. Esto es así salvo cuando revientan las expectativas por ejemplo con el clima hardcoreta de «Farewell to Words».

Una previsibilidad que, en todo caso, no empañó la sensación de estar ante un grupo único en su especie que ofrece sensaciones muy particulares. Lo dicho, la banda tocó alrededor de una hora, bises incluidos y se despidieron ofreciendo rasgar una una guitarra al público en el momento final de éxtasis ruidístico.

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31 de octubre de 2011