/Crónicas///

Cursive – Madrid (24/05/2012)

Tim Kasher, Matt Maginn, Ted Stevens, Cully Symington
8.6
Nasti, 3/4 de sala
Precio: 15 €

Primera actuación en España de Cursive. La institución del indie-rock de Nebraska es uno de esos grupos de culto en un estilo que ni es grande por aquí ni está de moda, en terreno de nadie con su mezcla de indie, emo y post-hardcore. Pero por fin iban a poder tachar España del mapa de sitios a visitar. Al parecer un importante retraso en su llegada obligó a comenzar el concierto tarde, haciendo la prueba de sonido en horario ya anunciado para el concierto. Como además había teloneros y no precisamente locales nos temíamos lo peor.

Así, bastante tarde salieron los malagueños Allfits, la banda más ruidosa de Gran Derby Records (organizadores del evento), al escenario en pasillo horizontal de la Nasti. El trío, mejoró con creces las impresiones de un disco que se atraganta en su totalidad y nos sonó a un post-hardcore apabullante con el poso crispado del emo y la densidad del post-rock y el noise. Un ruido catárquico y dulce elaborado, para variar, por un trío con dos chicas (batería y bajo) en sus filas. Sonaron como un vendaval y se confirman como un grupo a seguir muy de cerca.

Saldrían después Cursive y observaríamos antes que nada, que se presentaban en formato quinteto, siendo el núcleo de la alineación el alegre Matt Maginn (bajo), el más serio Ted Stevens (guitarra) y el simpático y algo showman Tim Kasher (voz, guitarra). Les acompañaban un batería y un teclista/trompetista visiblemente más jóvenes.

Comenzaron demostrando como las canciones de su último «I Am Gemini» triunfan en directo desde el primer momento con explosivos giros de pop épico, pero el concierto fue una buena combinación de temas sobre todo con «The Ugly Organ», alguna mirada a «Happy Hollow» y «Domestica». Los temas sonaron con fuerza, contundencia y melodía, reflejando esa perfecta mezcla ya desde temas como «The Sun and the Moon» o «Sierra» y llegando al primer punto álgido con los alocados ritmos de «Dorothy at Forty». No hubo momento para el tedio en un setlist en que se escuchó su variada selección de influencias, desde el emo y el rock alternativo al estilo Weezer («The House Alive»), al arrebatador pop animado a lo The Cure («I Couldn’t Love You Anymore») o el post-hardcore a lo Fugazi («The Casualty»).

Todo ello sin olvidar uno de los rasgos característicos de la banda bien aprovechado en directo, que lo mismo añaden un bonito toque orquestal a su música emocional, como rockean tan alto como las guitarras en temas como la explosiva «Big Bang». Toda una sucesión de grandes canciones con diferentes tipos de impacto, pero muy enfocadas al directo, que fue tanto divertido como arrollador. Los norteamericanos estaban dando un concierto realmente bueno y con gran actitud, muy a la altura de lo que puede esperarse de una primera visita al país y a la ciudad tras tantos años de actividad.

Lamentablemente a la medianoche se encendieron implacables las luces anunciando que la cosa tenía que acabar, una pena porque el público, más expectante que otra cosa, se calentó en los últimos momentos del concierto. No sabemos si ellos no se dieron cuenta de la citada indirecta o se hicieron los suecos pese a ser de Nebraska, pero lo cierto es que le sacaron todo el jugo al tiempo que tenían y enlazaron tres temas finales como el que no quiere la cosa, alcanzando los últimos clímax de ese cruce tan suyo y a la vez tan heterogéneo de melodías de rock alternativo y ruido de guitarra y trompetas. Con el emotivo crecendo de «Eulogy for No Name» cerraron una actuación que seguramente con más tiempo hubiera sido verdaderamente memorable. A ver si tenemos suerte y regresan sin tardar tanto.

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24 de mayo de 2012