/Crónicas///

La última jornada, no pudimos llegar a Juke Box Racket, pero sí en cambio era obligada la visita de New Bomb Turks. Si ya nos parecía una pena que un grupo con tanto a sus espaldas tuviera que tocar de día y tan poco tiempo, visto que pocos en esta jornada de clausura les llegarían a la suela, quedó en verdadera vergüenza. Ellos le dieron la vuelta a la tortilla a todo y acabaron en la carpa a las 6 de la tarde con un calor horrible, haciendo a la gente moverse de lo lindo, agacharse, levantarse, que les pidieran hacer un bis y acabar con el gentío gritando «New-Bomb-Turks, New-Bomb-Turks».

Todo ello sin duda gracias al buen hacer de la banda en los terrenos del punk-rock garajero en el que puede mucho la guitarra de Jim Weber pero ante todo el carisma estúpido de Eric Davidson. Y digo estúpido porque sobre el escenario es a lo que se dedica, a hacer todo tipo de estupideces como un adolescente en la edad del pavo. Darse con el micrófono en el culo, quitarle la gorra a un cámara y metérsela en los calzoncillos, interferir con el resto de cámaras hasta incluso provocándoles algún destrozo involuntario, subirse por los andamios, intentar obligar a todo el que le pase por delante a cantar o gritar al micrófono… en fin, todo un concierto de monerías punk-rock para acompañar la energía de canciones como «Point A to Point Blank», «Born Toulouse-Lautrec» o «Defiled».

FOLK-ROCK DE HOY Y AYER

El imperante calor y lo imposible que fue dosificarse con un concierto como el de NBT, a Avett Brothers tocó verlos desde la sombra de la campa lateral, un lujo siempre del Azkena poder ver conciertos desde un césped tan cercano al escenario. Fueron una de las revelaciones del festival y su folk-rock supo ser intenso y emocionante y también rockear como es debido. No es una banda de festival y apuesto a que su próximo paso por alguna sala vasca será memorable.

Band of Horses se posicionaron en el Azkena como una banda que puede llegar a ser muy grande. A priori, viniendo del mundo del indie tenían papeletas para contar con muchas indiferencias, si bien es cierto que su último disco se encamina al country-rock. Pues tal vez en una decisión salomónica parece que la banda cargó más las tintas en su disco intermedio, “Cease to Begin” y desde ahí saber canalizar sus diferentes caras, del folk-rock americanista de “Laredo” o “The General Specific”, pasando por el rock alternativo de “Is There a Ghost?”, “NW Apartment” o “Islands on the Coast” hasta la épica cuasi-emo de la mágica “No One’s Gonna Love You” y “The Funeral”.

Para todo este juego de contrastes que impidió que el concierto aburriera en ningún punto sonara como es debido necesitaron claro, un arsenal de guitarras que no paraban de desfilar pr el escenario. En cuanto a la voz de su cantante, que sudó la camisa a base de bien, incluso realza la magia en directo. Arropado por su banda de barbudos de semblante sonriente y afable, lograron un resultado vibrante, bello y sin embargo con una autenticidad indudable, posicionándose como una suerte de Arcade Fire más modestos, es decir, una banda que saliendo de otro universo, a veces tan odiado por el rockero de pro, acaban convenciendo.

Gregg Allman, desde su piano en una especie de púlpito eclesiástico, fue otro caso de lamentar el sonido. Su folk-rock de aires hippies es tranquilo de por sí, pero si encima le pones un sonido terriblemente flojo y lánguido, se queda en espectáculo para muy pocos, posicionados en lugar privilegiado o que se sepan el repertorio hasta el punto de disfrutarlo de cualquier forma. A veces tuvo algo más de ritmo de lo esperado, pero el sonido nos transmitía lo mismo. Extraña sensación la de tener una figura tan legendario delante para tan poco.

Bright Eyes sorprendieron con un repertorio menos inclinado al folk y al rollo íntimo de cantautor y más al rock en clave de Springsteen o Tom Petty. Pero lo cierto es que la pegada, la gran distorsión (excesiva, según la posición) y esa doble batería que llevaba les hacía sonar más densos y alternativos. Tal vez el estado de Conor, chulesco y aparentemente ebrio influyese en esto, pero junto a ese sonido algo emborronado y una iluminación que les mostraba al contraluz, el concierto creo un clima misterioso y algo amenazante tanto a la hora de rockear como “Shell Games” como en las partes más íntimas de “Approximate Sunlight”.

PESOS PESADOS

Brian Setzer fue otro de los que sufrió problemas de sonido bajo y poco definido. Esto fue así en la primera parte de su concierto en la que se enfocó a su repertorio en solitario y nos temíamos una decepción mayúscula. Lo mejor de aquí fue su breve repaso al ‘68 Comeback Special con la inicial “Ignition” y “8 track”. Cambiaron telón y lógicamente formación para que saliera Slim Jim Phantom y meterse de lleno con Stray Cats y el concierto entró en una fase muy superior. Así interpretaron esos temas clásicos para mover las caderas como “Stray Cat Strut” o ”Rock this Town” que utilizaron para cerrar, pero también pequeñas joyas como “Fishnet Stockings”, que aunque perdió toda la vena punk gano en elegancia.

Paul Weller echó el resto en el Azkena y se decidió a cerrar bocas a base de contundencia y muy buen sonido, no siempre tónica en el escenario grande, como ya hemos comentado. Nos encontramos entre los que sus canciones en solitario nos dejan más bien indiferentes, pero desde luego esta leyenda del mod dejó el pabellón bien alto en el reino de los rockers. Superó con creces la experiencia del BBK aunque tampoco vamos a negar que aquella ocasión la espera para Faith No More distrajo la atención respecto al británico.

No podemos quejarnos mucho de la presencia de estos Thin Lizzy 2.0. en el Azkena primero porque fueron el reemplazo elegido por la jugarreta de Danzig, una rápida y acertada decisión. Pero todos sabemos que sin Phyl Lynnot esto tiene poco sentido, parecido a cuando estuvo Marky Ramone. Los fans pueden darlo todo con las canciones clásicas pero sabes que lo que ves se acerca más a una banda de versiones. En este caso de versiones que tiraban al heavy más de la cuenta, aunque fue un buen concierto con todo, agradaron y salvaron muy bien la papeleta si bien como cierre de una décima edición de festival se nos quedó un poco pobre, este concierto y la jornada del sábado en general.

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25 de junio de 2011