/Crónicas///

Lambchop – Bilbao (31/03/2012)

9.0
Sala BBK, 3/4 de sala
Precio: 25€ (30% descuento BBK)

Vaya un fin de semana de conciertos calmados y de tono íntimo. Si el día anterior habíamos estado con McEnroe y sabíamos de buena tinta que nuestros colegas en Toledo estaban a esa hora disfrutando con la magia de Low, a nosotros nos esperaba una velada temprana con uno de los grupos definitorios del llamado indie-folk, Lambchop.

Vamos con la única pega del concierto. Y es que ya habíamos pensado en ver un bonito concierto de Lambchop en el excelente marco de la Sala BBK, con todo lo que conllevaba y nos encontramos aquello desprovisto de butacas, una pena para un concierto así. Si al menos hubiera barra, tendríamos ambiente de bar, pero es que pocos conciertos hay tan «de ver sentado» como este. Lo mejor, perfecto sonido aparte, el gran clima de conciertos que se vive en una sala donde prohiben hacer fotografías y piden apagar los móviles, como en el cine.

Sobre la telonera íbamos totalmente desprevenidos, aunque nos imaginábamos que el folk sería el hilo conductor. Efectivamente, ese folk que une la tradición americana a la irlandesa, en forma de voz femenina profunda y emotiva, pero no enfocada al despliegue sino a crear atmósferas etéreas, para lo que hacía uso de algún pedal de efecto. Para ello, Cortney Tidwell, se acompañó de dos músicos, a la eléctrica y la steel guitar. Los 3 eran, como veríamos luego, miembros de la banda actual que lleva Kurt Wagner. Tras unos cuantos temas de invocar el escalofrío, muy bonitos y que contaron con el calor del público, se adelantó a cantar de pie un tema de toque más country al borde del escenario.

Después saldrían Lambchop y notaríamos lo necesario que es para la banda tocar en teatros o al menos salas grandes. Lo bueno del escenario de la sala BBK es que les permitió ubicarse en un perfecto arco encabezado a la derecha por el propio Wagner y que finalizaba a la izquierda en su batería, mirándose de frente. Más hacia el interior, el bajista, al lado del batería y único miembro de la banda de pie y al otro flanco el piano de Tony Crow, segundo de a bordo en la banda. En el medio de todos, el trío que habíamos visto antes teloneándoles, de modo que la corista quedaba en el centro, si bien más alejada del público.

Parcos en palabras, la banda comenzó a desgranar canciones de su último y brillante «Mr. M». Desde el principio la cosa prometía, la banda caló entre un público de cierta edad (no andaría la media muy lejos de la de la propia banda) que aplaudió a rabiar desde el primer momento, algo ante lo que ellos agradecieron en gestos y se mostraron incluso un poco desbordados, notándose algo de modesta incomodidad en el rostro de Wagner. Encaramado a su guitarra, sentado pero actuando como si sintiese cada nota no sólo de su instrumento sino de los del resto de la banda, se demostró como una figura simpática y parca en palabras, perfecta pareja del parlanchín Crow.

Folk, soul, algún toque bluesy y bastantes ecos a la música de los 50, todo muy ligero y armonioso y sobre una base de ritmos suaves y cautivadores, movidos por la delicada voz del frontman y los ambientales coros de Tidwell. Lo cierto es que a veces es dificil trazar la línea entre el folk y el spoken word en la forma en que Kurt Wagner nos desgrana esas canciones de amor, la fase en la que la banda se encuentra ahora, según dijeron. Y así basaron el repertorio hasta que cambiaron de tema a la cerveza (aunque también con amor de por medio) a «The Man Who Loved Beer». Si alguien combina esa sensibilidad pop y folk del llamado indie-folk, esos son Lambchop y lo demostraron con creces. De vez en cuando me preguntaba sorprendido por qué, pese al tono tan lineal del concierto no sentía un ápice de aburrimiento.

Una vez interpretados Lambchop en tiempo presente, comenzaría un poco el show extramusical. Crow tomaría la palabra y se enzarzaría con Wagner en absurdas conversaciones de las que el público se reiría ocasionalmente. Pero no porque no fuera gracioso, sino que se notaba que estaban charlando como colegas y no haciendo el númerito, de modo que algunos de sus chistes no sólo no los cazábamos sino que apenas los entendían ellos. Todo esto entre gags como decir «somos Lambchop… si no os ha gustado somos The Raconteurs» o contar algún chiste subido de tono.

Estas conversaciones surrealistas nos llevarían hasta un cover de Brian Wilson «Guess I’m Dumb», que subiría el tono del concierto. Pero nada comparado con la tremenda «Up With People». Parece increíble que la banda que ha dedicado un concierto entero a lo más intimista sea la misma que atesora un pedazo de single pop de ese tamaño. Supongo que es la vía de cualquier experimentación, ser maestro de lo convencional para centrarse en otras cosas. Ni siquiera la usaron para cerrar, lo mismo les daba, Dylan de por medio, el público estaba radiante sin siquiera necesidad de recurrir a la artillería pop.

Hay pocas bandas con una carrera tan sólida (como el propio cantante diría, lleva 20 años intentando conseguir este tipo de música «silenciosa» que practica), que puedan centrarse tanto en sus últimas y desconocidas canciones y sin embargo salir por la puerta grande de esa forma. Señal de genio, sin duda, el del simpar Wagner.

Contenido relacionado

31 de marzo de 2012