/Crónicas///

Cracker – Sevilla (30/11/2015)

David Lowery, Johnny Hickman, Bryan Howard, Coco Owens, Matt 'Pistol' Stoessel
8.3
Sala X, casi lleno
Precio: 15/20 €

Reconozco que no soy un fervoroso seguidor de Cracker. De la banda de David Lowery sólo conocía «Low» y «Euro Trash Girl», temas de su ‘época dorada’ de los noventa, y aunque el ‘picoteo’ por encima de algunos de sus discos a lo largo de los años siempre me había ofrecido una experiencia suficientemente sugestiva como para profundizar en su música, nunca lo había hecho. Por tanto, su actuación en Sevilla como parte de su extenso tour por el país presentando su último álbum, el doble «Berkeley to Bakersfield», se antojaba la ocasión perfecta para darle por fin su oportunidad a una banda con veinticinco años de historia.

Poco después de la hora oficial de comienzo, subía el quinteto ante un público bien plantado en la cuarentena de media. Apenas se veían menores de treinta, por lo que el fantasma de la ausencia generacional volvió a planear a sus anchas. ¿Es la americana y el country-rock música para mayores, más allá de fenómenos como Wilco o, en otro orden de cosas, Mumford & Sons? Lamentablemente, cada vez estoy más seguro de ello. Aún así, la venta de entradas había funcionado bien, y aunque no se hubiese llegado al sold-out como en otras ciudades, el aforo estaba bastante completo.

Lowery, plantado en medio de riguroso negro, gafas y boina (que no se quitaría hasta la despedida final), compartía carisma y protagonismo con su compañero de siempre Johnny Hickman y el orondo Bryan Howard, haciéndonos cambiar con frecuencia nuestro foco de atención. Pronto quedó claro que Cracker supuran americana y rock n roll por los cuatro costados, gracias a sus armonías vocales, los poderosos pero elegantes solos de Hickman, la delicada slide o las frecuentes jams a las que se enfrentaron en muchos temas. Una auténtica delicia para el aficionado, vamos.

Pero no todo era country-rock, y con la misma facilidad el quinteto abrazaba el punk y el blues o incluso ramalazos de hard rock y rock alternativo o pasajes bastante psicodélicos, sin inmutarse. Esta variedad hizo que las dos generosas horas de concierto no se hicieran pesadas en casi ningún momento, constatando la profesionalidad del quinteto y la calidad de su obra. Quizá para un neófito en la materia o para los impacientes amantes de una hora de bolo como mucho resultara algo indigesto. Pero para los curtidos y los amantes de la americana, que suponían amplia o total mayoría de los asistentes, el concierto de Cracker fue uno de los mejores de la temporada. Así que, por mi parte, deuda saldada.

 

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30 de noviembre de 2015